Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
El evangelista San Mateo, al final de su Evangelio, recoge el mandato misionero de Jesús a sus discípulos: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19-21). Este mandato misionero no es algo facultativo u opcional sino una exigencia intrínseca de la vocación cristiana, ya que está en juego la fe y la salvación de otros hermanos. Partiendo de este encargo evangelizador de Jesús a todos los bautizados, el beato Juan Pablo II nos decía en la encíclica Redemptoris missio: “No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (n. 86). SIGUE
VEA AQUI EL NUEVO HORARIO DE MISAS PARROQUIALES QUE ACABA DE PUBLICAR EL ARCIPRESTAZGO DE GUADALAJARA
Toda la Iglesia y cada uno de sus miembros hemos de asumir con gozo este encargo del Señor, respondiendo con radicalidad evangélica a su llamada. Ante todo, se trata de comunicar y mostrar a los hermanos, con los que convivimos cada día, la Buena Noticia del amor y de la salvación de Dios. Conscientes de que la fe en Jesucristo es el don más importante y valioso que hemos recibido en nuestra vida, no podemos guardarla solamente para nosotros sino que hemos de compartirla con nuestros semejantes. La luz de la fe tenemos la grave responsabilidad de ofrecerla a todos para que puedan ver y actuar con los criterios de Dios.
Movidos por esta fe en Jesucristo e impulsados por el Espíritu Santo, miles de hombres y mujeres lo han dejado todo y han partido a otros lugares de la tierra para mostrar el amor de Dios a otros hermanos, que nunca oyeron hablar de Él o se han alejado de sus enseñanzas. Entre quienes han partido para otros continentes se encuentran muchos sacerdotes, religiosos y cristianos laicos de nuestra diócesis.
En el día del DOMUND, damos gracias a Dios por el testimonio de fe, por la entrega sacrificada y por la constancia en el amor de nuestros misioneros. Con la donación de sus vidas a Dios y a sus semejantes, ellos son un estimulo para todos nosotros al plantearnos el seguimiento de Jesucristo. Es más, con su alegría y con su paz, nos están recordando a todos la urgencia de plantearnos una profunda renovación espiritual para afrontar con más convicción la nueva evangelización, para redescubrir la alegría del creer y para seguir entregando nuestro tiempo y energías al anuncio del Evangelio.
En muchos casos, como nos recuerdan los medios de comunicación, los misioneros tienen que llevar a cabo la evangelización en medio de grandes dificultades, sufrimientos y carencias. Necesitan, esperan y confían en nuestra colaboración generosa y solidaria. Esta colaboración puede ser de tipo económico pero, sobre todo, ha de ser de tipo espiritual. Cada día hemos de pedir a Dios, por intercesión de la Santísima Virgen, la Estrella de la evangelización, que acompañe, proteja y ponga las palabras justas en los labios de los misioneros para que su trabajo sea fecundo.
Con mi bendición, os deseo de corazón una buena y fecunda misión.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara