En sueldos, viajes y propaganda se gasta casi tres millones al año, el 40 por ciento del presupuesto. Cuentan que, hace años, el padre de Fernando Alonso se dirigió a la Real Federación Española de Automovilismo (RFEDA) para que le pagara a su hijo un billete de avión a Italia –disputaba un campeonato de karts– y ahorrarle así el viaje de más de mil kilómetros en coche en época de exámenes. No lo consiguió, y el piloto asturiano cruzó los Alpes durmiendo en el asiento de atrás del vehículo paterno. Es una anécdota extendida en el mundo del motor que Carlos Gracia, presidente de la RFEDA entonces –y ahora, puesto que lleva 28 años en el cargo–, desmiente de forma rotunda: “ Nunca pidieron ese dinero ” . En cualquier caso, desde entonces Alonso ha ganado dos mundiales de Fórmula 1, y él, por su parte, siete elecciones en la RFEDA. Y quiere repetir en las próximas, dentro de un mes. En cuanto al supuesto dinero… un avión a Italia salía por algo más de mil euros, el equivalente a tres días de su trabajo en la federación, donde cobra 127.720 euros anuales. “ Más que el presidente del Gobierno ” , como recalca la oposición a Gracia. Y es ahí, en los dineros, donde le empiezan a salir las espinas al que es su camino de rosas desde 1984. Con un presupuesto de 7,4 millones de euros, la RFEDA se gasta cerca de tres (el 40 por ciento) en sueldos, viajes y propaganda, aunque sus dos más firmes opositores, el letrado vasco Iñaki Barredo –con pocas posibilidades – y, sobre todo, el presidente de la federación valenciana, Manuel Aviñó, coinciden en elevarlos hacia el 60 por ciento del presupuesto. “ No sé de dónde sacan esos números –dice Gracia–, porque aquí hay transparencia y honestidad. Otra cosa es que quieran sacar mierda, y aquí no hay ” . Su director general, Javier Trasobares, matiza más: “ En sueldos, estamos en el 15 por ciento, por debajo de la media de otras federaciones, que pasan del 20 ” .
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