Los lujos capitalistas de la familia Chávez

Sin embargo, la realidad es bien distinta, ya que la familia Chávez posee una fortuna personal estimada en unos 2.000 millones de dólares, según denuncia Jerry Brewer, director de la organización de inteligencia económica Criminal Justice International Associates (CJIA).

La austeridad que recomendaba a la población contrasta con la opulencia que le rodeaba a él y a sus familiares más cercanos. Es decir, los 'lujos' capitalistas que tanto demonizaba no eran aplicables a su vida. El diputado opositor al régimen Carlos Berrizbeitia declaró hace unos meses en una entrevista en Univisión que el difunto Chávez tenía "en productos de tocado, calzado y ropa más de 320.000 dólares".

Pese a que el líder bolivariano era aficionado al chándal, a la ropa ligera y al uniforme, cuando la ocasión requería una vestimenta más formal, Chávez escogía trajes hechos a medida en Francia, cuyo precio no bajaba de los 3.000 dólares, camisas de cuello duro de 1.000 dólares o corbatas de seda que llegaban a los 400 dólares, según Univisión.

El sibarita expresidente también cuidaba los complementos. Chávez portaba en esas ocasiones relojes suizos de entre 15.000 y 20.000 euros y gemelos Cartier de 2.000 dólares.

El líder bolivariano era un reconocido amante de los coches. La flota particular del anti-capitalista incluía desde varios Toyota y Mercedes, a su última adquisición, un Bentley Mulsanne, uno de los coches más exclusivos del mundo, cuyo precio supera los 340.000 euros. Todas estas ostentaciones, pagadas con el dinero de los venezolanos, están muy lejos del socialismo que propugnaba a los cuatro vientos.

Pese a que el régimen siempre ha intentado silenciar todas las voces críticas, las actitudes de Chávez y de algunos de sus familiares han saltado a los medios en decenas de ocasiones. Para contentar a su hija pequeña, Hugo Chávez llegó a ordenar que detuvieran el avión en el que viajaba el cantante estadounidense Justin Bieber para que ésta se pudiese fotografiar con él. Toda una vida de fiestas, derroche y lujo que están muy lejos del anti-capitalismo que pregonaba.