Revista de Prensa.- El Confidencial
Irak convirtió a mi novia en un demonio
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Chico conoce chica. Chico comienza una relación con chica. Chica se alista en el ejército. Chica rompe con chico. Chico publica un libro de fotografías sobre su experiencia. Esta no es la cronología de una pareja como nos suele ser vendida desde las películas de Hollywood, pero así es la historia de (des)amor de Guillaume Simoneau y Caroline Annandale. SIGUE
Esta pareja se conoció en el año 2000, cuando comienzan una historia que se ve truncada por los atentados del 11 de Septiembre del 2001 en Estados Unidos. Tras este suceso Caroline decide alistarse en la marina y es mandada a servir a Irak, lo que supone una ruptura en la pareja. Un momento en el que ambos toman caminos diferentes que en el 2008 se vuelven a cruzar. Vuelven a intentar que su relación funcione a pesar de la distancia y el tiempo que han estado alejados.
Flying kiss, rockport, maine, 2000
Tras una cadena de mensajes, e-mails y llamadas, ella decide que es mejor vivir por separado. En ese momento, Guillaume Simoneau, fotógrafo profesional, comienza a revisar todos los recuerdos que guarda de su historia de amor. Principalmente encuentra instantáneas de Caroline y descubre como había documentado todo el arco narrativo de su relación de pareja. Su eclosión, su decaimiento y su final, por lo que decide convertir su historia en una exposición y en un libro llamados Love & War. Una obra que con la que él mismo se ha visto sorprendido al ver la naturalidad con la que afrontaba el recordar su ruptura.
Guillaume nunca pensó en que todas estas fotografías pudieran convertirse en una obra de arte. No fue hasta dos años después cuando se dio cuenta del material que tenía entre sus manos, pero en eso consiste su forma de trabajo ya que, como cuenta a El Confidencial, “hay que abandonar todo tipo de estructuras y dejarse llevar”.
Al ver las fotografías de Simoneau no sólo se observa la radiografía de una pareja, sino que también se pueden ver los cambios que la guerra produjo en Caroline. Unos cambios físicos evidentes, pero también en su actitud, en su mirada… Mientras que en las imágenes de antes del 2001 podemos ver a una joven inocente e ingenua que actúa con timidez frente a la cámara, en aquellas tomadas a partir de su reencuentro en el 2008 se presenta a una joven sin brillo en la mirada, con una pose desafiante desconocida en ella y que incluso se deja fotografiar con el traje militar con el que sirvió en el frente o con un arma en sus manos.
Guillaume se muestra cauto al hablar de su expareja. “Por supuesto que noté cambios en ella, pero no todos fueron propiciados por la guerra, también tuvieron que ver con la madurez y la experiencia. Si me preguntas por mi opinión personal sí que te diré que Caroline era una persona distinta cuando volvió de la guerra”.
Las instantáneas de Guillaume Simoneau hablan por sí solas, por lo que no ha considerado necesario ordenarlas cronológicamente. Ha preferido ofrecer al visitante las piezas del puzle de su historia de amor para que él las recomponga. Cada uno, en base a sus propias experiencia, colocará las imágenes en un lugar u otro, pero el resultado final seguirá siendo el mismo. “Me gusta el misterio, trabajo de esta forma y la uso a diario, si explicas todo a la gente pierde su encanto. Para mí las narrativas más interesantes tienen una estructura no cronológica”.
Para ofrecer un contexto histórico y temporal, la historia de Guillaume y Caroline se completa con otros elementos como los e-mails y los mensajes de texto que se mandaron durante su relación, o incluso un dibujo realizado durante la estancia de Caroline en Irak y que bajo el título de Mis demonios y yo muestra un alma atormentada. Un sufrimiento que se puede extraer de todos estos documentos, ya que incluso en sus mensajes privados a Guillaume llega a decirle “honestamente, me siento muy mal físicamente”.
Una muestra más de que tras un conflicto bélico los soldados viven un infierno al regresar a una sociedad en la que no se sienten integrados y en la que reviven constantemente todo el horror que han visto, “más allá de la situación de Caroline, es importante recordar que las heridas de una guerra también son psícológicas y normalmente se etiquetan como un desorden de tipo general y no se tratan de la forma adecuada” añade el fotógrafo.
Guillaume Simoneau ha captado con su objetivo toda una historia de desamor, pero también todo el dolor del regreso de un soldado a la vida real