Revista de Prensa.- Vozpópuli
Boom petrolífero en Estados Unidos: Texas ya produce más petróleo que Irán
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
La producción de petróleo aumenta de tal manera en Estados Unidos que el país ha recuperado la que tenía en 1989. Arabia Saudí está perdiendo a su principal cliente y aliado, lo que agrava las convulsiones en Oriente Próximo. SIGUE
De nuevo los avances científicos deshacen los pronósticos apocalípticos, como los de que la superpoblación aumentaría las hambrunas. Ahora le toca el turno a los tópicos sobre el comienzo del descenso de la producción mundial de petróleo y el agotamiento de los campo petrolíferos en Estados Unidos. Es una nueva versión del juego de chotéate del profeta, descrito por G. K. Chesterton en El Napoleón de Notting Hill.
La primera potencia mundial está uniendo a las bases de su poder, como sus billetes de dólares que todo el mundo acepta y su tecnología que manda naves a Marte, ríos de petróleo. El que se consideraba talón de Aquiles de Estados Unidos hasta el punto de determinar la política exterior y causar guerras se está revistiendo de acero como uno de los portaaviones en los que los drones aterrizan sin guía humana.
La industria petrolífera se ha convertido en uno de los sectores económicos más importantes de EEUU. El American Petroleum Institute afirmó en enero que el año 2012 fue el de mayor crecimiento de la producción desde 1859, cuando se perforó el primer pozo en el país. La producción media diaria ascendió a 6,4 millones de barriles, 766.000 barriles más que en 2011. En septiembre pasado, EEUU alcanzó la mayor producción interna de petróleo desde 1989, con lo que las importaciones pueden haber disminuido hasta un 60%.
Desenganche del ‘peligroso’ petróleo extranjero
El estado de Texas produjo en junio de este año 2,575 millones de barriles diarios, según la EIA, agencia energética dependiente del Departamento de Estado. Esta cantidad colocó a Texas por delante de Irán (2,56 millones). Texas extrae más crudo que siete de los doce miembros de la OPEP. Sólo le superan dentro del cártel Arabia Saudí, Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Otro estado norteamericano, Dakota del Norte, donde comenzó el boom petrolífero en 2004, con 728.000 barriles diarios, ha rebasado a Ecuador.
Además, Estados Unidos se ha convertido en el primer exportador de combustibles refinados del mundo por primera vez desde 1949. La República Bolivariana de Venezuela ha quintuplicado sus importaciones de crudo refinado provenientes de la tierra del “imperialismo yanqui”: 196.000 barriles diarios en septiembre.
Semejante revolución se produce menos de siete años después de que el presidente George W. Bush se lamentase en su Discurso sobre el estado de la Unión de 2006 de que “Estados Unidos depende del petróleo, gran parte del cual se importa de regiones inestables del mundo”, en clara referencia a Oriente Próximo.
Este aumento asombroso se debe al uso del fracking (cuya prohibición en España respaldaron en el Congreso de los Diputados en febrero el PSOE, Izquierda Unida y Amaiur, y que en la comunidad de Cantabria ya se ha rechazado por acuerdo de todos los partidos, incluido el PP) y de nuevas técnicas de perforación.
Si se mantiene este ritmo de crecimiento de la producción de hidrocarburos, EEUU será, si no lo es ya, el primer productor del mundo, superando a Arabia Saudí y a Rusia.
Para EEUU este boom petrolífero tiene enormes beneficios no sólo económicos (energía más barata), sino, también geopolíticos, ya que disminuye su dependencia de las importaciones del Golfo Pérsico. La primera potencia del mundo queda protegida respecto a crisis como la de 1973 y amenazas. Por el contrario, Europa sólo puede colmar su sed de energía en los países árabes e Irán o en Rusia. Alemania, que ha renunciado a las centrales nucleares, estrecha sus vínculos con la Rusia de Putin, de la que provienen el 60% de sus importaciones de gas y el 40% de las de petróleo (2,8 millones de barriles diarios).
Arabia Saudí busca armamento nuclear
Pero la disminución por EEUU de compras de crudo a sus proveedores habituales ha causado una irritación inocultable en el mayor de éstos, Arabia Saudí. En febrero de 1945, al regresar de la cumbre de Yalta, en que las democracias occidentales entregaron media Europa a Stalin, el presidente demócrata Franklin D. Roosevelt se reunió en un barco de guerra de su armada con el rey Abdulaziz ibn Saud, y ambos establecieron la alianza entre Estados Unidos y la Casa de Saud, que aseguraría petróleo a la industria y las Fuerzas Armadas de los primeros e impunidad política ante cualquier reforma política, colaboración con terroristas o violación de derechos humanos a los segundos. ¿Por qué la dignidad y la vida de las mujeres saudíes y los cristianos valen menos para la comunidad internacional que los negros sudafricanos que padecían el apartheid?
A la vista del comportamiento de los saudíes en los últimos meses se deduce que ellos consideran la alianza traicionada, sino rota. En la actualidad, el primer importador de petróleo saudí es China, también enfrentada a EEUU en el Pacífico. Riad reprocha al presidente Barack Obama su acercamiento a Irán y la detención de la campaña para el derrocamiento del presidente Assad de Siria, aliado de Teherán.
El alejamiento de Arabia Saudí respecto a EEUU empieza a ser tan grande que los príncipes wahhabitas han rechazado el puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. La primera vez que ocurre desde el establecimiento del organismo y después del largo proceso diplomático que implica.
Arabia Saudí teme perder su preeminencia entre los musulmanes de Oriente Próximo en favor de Irán. Se trata de un enfrentamiento histórico, basado en factores raciales y religiosos que se agravó tras la caída del sha iraní en 1979. Por ello, los saudíes están dispuestos a obtener armamento nuclear. El Gobierno de Pakistán, otro aliado díscolo de EEUU, negó a principios de mes que hubiera vendido armamento nuclear a Riad.
Al final, unos pozos nuevos de petróleo en la nevada Dakota del Norte pueden impulsar la proliferación nuclear en Oriente Próximo.