Columna de Economía de Árturo García
¿Y si el próximo es España?
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
El posible rescate de España todavía queda lejos (al menos unos meses, si es que se produce). Sin embargo, podemos ir pensando qué sucedería en ese caso. Para esto, lejos de intentar ser un adivino, basta con mirar los casos de Grecia, Irlanda y Portugal. El rendimiento de los títulos españoles a 10 años ha subido hasta el 5,3%. Cuando el tipo de interés supera el entorno del 7%, se ha solicitado el rescate por parte de esos países.
Si esto se produce, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional saldrán al quite y echarán mano del Fondo creado, precisamente, para poder rescatar a España. Actualmente, dudamos de si España es demasiado grande para caer, o demasiado grande para ser rescatada.
Da igual, porque España no será rescatada “de verdad”, exactamente igual que Portugal, cuyas obligaciones a 10 años están en el 8,6%, los griegos en el 13%, y los irlandeses en el 9% varios meses después de su rescate. Los inversores internacionales siguen pensando que estos países van a tener que reestructurar su deuda. De hecho, estos últimos días se está cuantificando en los medios internacionales el porcentaje de quita que Grecia tendrá que hacer.
Se nos impondrán medidas relativamente racionales, no pudiendo impedirlas. Al estar las finanzas públicas quebradas, se subirán los impuestos, y se bajarán los gastos públicos, para intentar equilibrarlas. ¿Qué hacer si no? Hay que advertir que esto es genérico, existiendo diferencia si se recorta el gasto en sanidad, o el gasto en patrocinar películas que nadie va a ver al cine.
La subida de impuestos tendrá como consecuencia más dificultades para las familias y las empresas, una disminución de la renta disponible, menor consumo, menor ahorro, despido de personal, etc.
La disminución de gastos públicos puede conllevar otra disminución más importante que la primera del salario de los funcionarios, recortes en las pensiones, en las prestaciones por desempleo, etc.
Igualmente, la disminución de gasto público tendrá efectos perjudiciales en las empresas encargadas de ejecutar los proyectos públicos, que serán menores, cuyos ingresos bajarán, despedirán empleados y, eventualmente, pueden quebrar.
Este es un panorama desolador, que es el que están teniendo en Grecia, por ejemplo, con manifestaciones continuas en contra de los recortes impuestos.
Posteriormente, España intentaría reducir el tipo de interés de los préstamos en los que consiste el rescate, y aumentar el período de devolución del dinero prestado, igual que están Haciendo Grecia e Irlanda.
Al cabo de unos pocos años (de difícil cuantificación, pero no menos de 2 ó 3), una vez equilibradas las finanzas públicas.
Simultáneamente se dirá, igual que en otros muchos rescates de otros países, que la situación estaba mal, pero que los organismos internacionales la agravaron con sus medidas.