Los trillanos construyen sus propios instrumentos musicales navideños para la Misa del Gallo
Recuperando así una vieja tradición en un taller que ha organizado la asociación local UMAT que ha dirigido el joven trillano Eduardo Sardat
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REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
lunes 22 de diciembre de 2014, 13:49h
La Asociación UMAT, de reciente creación, “pretende crear, apoyar, fomentar y difundir cualquier actividad, agrupación o manifestación musical y artística que se lleve a cabo en el municipio de Trillo”, explica su presidente, Raúl Peinado.
UMAT ha iniciado su actividad con la convocatoria de un taller de instrumentos tradicionales navideños impartido por el joven trillano Eduardo Sardat, “para recuperar y afianzar las tradiciones que han pasado de padres a hijos, con el objetivo de motivar a nuevas generaciones a que mantengan y sigan difundiendo nuestro legado como pueblo”, prosigue Raúl. Ha tenido lugar en el local municipal de la calle Jardines.
El taller tiene mucho que ver con la relevancia local que tradicionalmente ha tenido siempre la Misa del Gallo en Trillo. “Para los trillanos, es un momento muy especial. Nada más terminar la ceremonia religiosa, en una iglesia en la que no cabe un alfiler, todos juntos hacemos sonar los instrumentos y cantamos nuestros villancicos con una alegría que es bien conocida en toda la comarca”, explica Sardat. A buen seguro que todos los instrumentos que se han fabricado hoy, sonarán en la medianoche del día 24 al 25 de diciembre.
Los organizadores del taller se han encargado de facilitar el material a los alumnos de todas las edades que se han acercado hoy al local de la calle Jardines en el que se ha llevado a cabo: botes de diferentes tamaños, piel de cabra, mimbre o tallo de olivo, hilo de bramante, clavos pequeños y bridas.
Eduardo ha guiado a niños y mayores para que cada uno pudiera salir con su propia zambomba, o pandero, listos al salir de clase. Después de fabricar la caja de resonancia con el bote, han ido centrando y ajustando las pieles de cabra, y cortando a medida los palos de olivo con los que se toca la zambomba, “mejor que de mimbre, porque son más resistentes y duran más”, explica Sardat.
El más veterano de los alumnos ha sido Juan Jesús Batanero. “Antes la navidad empezaba en la Inmaculada, cuando comenzaban la matanza del cerdo, que se hacía por familias. Había rondallas cada fin de semana desde el primero de diciembre. En la Misa del Gallo era tal el gentío, que había gente que escuchaba la misa fuera, y tantas las ganas de cantar, que el temple de las zambombas a veces no respetaba la liturgia, con el consiguiente enfado, entre comillas, del párroco”, recuerda Batanero.
El trillano afirma que había zambombas que llegaban a la Iglesia en carretilla, “como las que llevaba Ignacio Bachiller, un enorme entusiasta de estas fechas navideñas”, cuenta. Los trillanos competían en la construcción del instrumento más grande y más sonoro, para luego cantar los villancicos típicos de la tierra, como el “Madre a la puerta hay un niño”, “Yo como gitanillo” y “La virgen camina a Egipto” o “Las doce palabritas”.