Personajes ilustres de nuestra historia, de la de Guadalajara
Don Alejo, un pintor de Guadalajara en el Museo del Prado
Durante esta segunda etapa en Roma, el pintor crea la que para mí entender será su gran obra: El último día de Numancia.
martes 23 de diciembre de 2014, 00:32h
De los muchos artistas que ha tenido y tiene nuestra provincia, quizás el más conocido y a la vez menos recordado de todos ellos, sea el pintor Alejo Vera y Estaca. Don Alejo nació en la localidad campiñera de Viñuelas un 14 de Julio de 1834. Muy pronto el joven Alejo comienza a destacar por sus grandes habilidades con el pincel. Este hecho no pasa desapercibido para sus maestros, que lo animan a que se presente a una serie de becas que la Diputación de Guadalajara ofrece a los estudiantes de nuestra provincia para que puedan cursar estudios superiores.
La solicitud de Alejo es aprobada y es destinado a la Escuela De Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como maestro al pintor romántico, Federico Madrazo. Madrazo le instruyó en el movimiento historicista o romántico tan en boga durante el S. XIX.
Tras terminar su etapa de formación en San Fernando en Madrid, Vera realizará un viaje que transformará su universo para siempre.
Este viaje le llevó a conocer dos de las ciudades referentes para los romanticistas: Roma y Pompeya. De las dos ciudades, la que más le sorprende es Pompeya, ya que la antigua ciudad cubierta por las cenizas del Vesubio, le permiten rememorar las antiguas grandezas de la época clásica. Su visita a Pompeya le inspiraría en la creación de dos de sus mejores obras, “El entierro de San Lorenzo en las Catacumbas de Roma” y “Santa Cecilia y San Valerio”, ambos lienzos acapararon dos de los más prestigiosos premios de las artes españolas como era la medalla de primera clase en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1862 y 1866.
En 1874 Don Alejo vuelve a ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando pero esta vez como profesor, donde tendrá como pupilo a un grande de la pintura mundial como Eduardo Rosales. Durante esta etapa, tenemos que destacar el gran fresco que pintó en el techo del comedor de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. En 1878, Vera regresa a Italia gracias a una plaza que obtiene como pensionado en la Academia de España en Roma.
Durante esta segunda etapa en Roma, el pintor crea la que para mí entender será su gran obra: El último día de Numancia. En este lienzo de unas considerables dimensiones, el autor muestra uno de los episodios más heroicos de la historia de España, como fue el suicidio colectivo de todos los habitantes de la antigua Numancia, para evitar ser atrapados por las tropas romanas que asediaban la ciudad desde hacía meses.
Vera recoge en su cuadro, con gran cariño y detalle, cada momento de tan horrenda pero heroica escena. El cuadro recibió la primera medalla en la Exposición de Bellas Artes de Madrid en 1881. Les recomiendo que si quieren disfrutar de este cuadro que sin duda dejará una gran huella en cada uno de ustedes, acudan a ver este cuadro en el Museo del Prado.
Don Alejo murió en Madrid en 1923, dejando a sus espaldas una gran colección pictórica, que ha conseguido deleitar a todos aquellos que, en algún momento, hemos podido contemplar algún cuadro de su colección.
José Luis Alguacil Rojo