“Si sólo quedara un soldado mío, aún no se habría concluido la guerra; porque todos ellos a imitación de su Jefe han jurado guerra eterna a Napoleón y a sus viles esclavos que le siguen.” En esos términos contestaba desde Cogolludo Juan Martín, el Empecinado, la carta que a su vez le enviara el general Hugo, su implacable enemigo, intentando ganarse el favor del caudillo español. Estamos en 1810, en plena Guerra de la Independencia.
Doscientos años después, esas palabras siguen siendo celebradas en Cogolludo. La voz del Empecinado, era la Voz de la guerrilla, la Voz de todo un pueblo, de toda una nación. Y como tal se recuerdan en la villa ducal de Cogolludo en su IX Jornada Napoleónica.
Un año más, iniciamos un viaje en el tiempo que nos llevará a vivir en Cogolludo en primera persona esos acontecimientos históricos. Primero disfrutando de su mercado goyesco en la impresionante Plaza Mayor presidida por el imponente Palacio de los Duques de Medinaceli, mecidos por los sones del grupo musical Turdión. Más tarde contemplando los majestuosos vuelos de las aves rapaces en la exhibición de cetrería de “Las águilas de Valporquero” o desenterrando del recuerdo la música tradicional con el Grupo de Folclore de Cogolludo.
Seremos testigos de excepción de la entrada en Cogolludo de Juan Martín, el Empecinado, junto a su partida y del famoso intercambio de correspondencia con el general francés que le persigue incansablemente. Escucharemos la orgullosa respuesta del Empecinado a la deshonrosa proposición del general Hugo de cambiar de causa y unirse a las tropas invasoras, y… la aterradora respuesta de éste: las tropas francesas entrarán en Cogolludo, a sangre y fuego. La batalla, será terrible.
Lo que pase después…será… Historia.