¿Una forma de divertirse? ¿Un método de integración? ¿O simplemente maltrato? Pese a los esfuerzos por parte de los rectorados universitarios y las residencias por abolir las novatadas, miles de nuevos estudiantes están sufriendo estas bromas pesadas al inicio del curso. Así son los ritos iniciáticos en la Universidad Complutense de Madrid y en la de Valladolid, dos de los recintos donde la caza del novato se vuelve estos días encarnizada. Qué pasa?! ¡¿Sois gilipollas o qué?! ¡¿No sabéis hacer una fila!? ¡Ni se te ocurra mirarme a la cara, novato, ni se te ocurra!”. Esta es la tónica que tienen que soportar durante las primeras semanas, en el mejor de los casos, los novatos universitarios.
“Prefiero no hablar sobre las novatadas –responde receloso Divo–. Acabo de llegar de Vigo para estudiar Aeronáuticos en la Complutense, y los veteranos de mi colegio mayor, el Chaminade, ya me han puesto este mote. Tuvimos que disfrazarnos de mujer y salir a la calle a hacer el chorra. Como yo era el que más se metió en el papel, me llaman ‘Divo’. Al fin y al cabo, mejor que te llamen ‘Divo’ a que te obliguen a beber pis”.
Si bien no están instauradas en todas las facultades del país, sí son frecuentes en la mayoría de las residencias y colegios mayores, lugares en donde las relaciones personales son más íntimas y opresivas.
“Las novatadas en las facultades no son obligatorias, pero en los colegios mayores y residencias es otra historia. En nuestro caso, como veteranos de Enfermería de la Universidad de Valladolid, organizamos juegos de integración y bienvenida para que los nuevos alumnos se conozcan sin apuntes de por medio. Los de Medicina son más cabrones: tienen el pringue”, explica Marcos entre risas mientras juega al mus con sus compañeros en la cafetería de su facultad. “Tengo amigos en residencias que sí lo han pasado mal –añade–. Les levantaban de la cama de madrugada para obligarles a beber, desnudarse en el pasillo o hacer alguna tarea, como limpiar zapatos”. Fuera de la cafetería, los novatos llegan hechos unos zorros del tradicional pringue medicinal vallisoletano. “Nos han tirado vinagre, harina, gusanos, hígados, cabezas de pescado, pelo y, en general, todo tipo de guarrerías”, comenta risueño César, estudiante de primer año de Medicina.
“La novatada era voluntaria, en ningún momento hemos sido obligados o coaccionados –apunta su amiga Sara mientras se limpia la cara con una toalla–. Además, mañana hay un botellón en donde los novatos no pagamos ni un duro. Todo corre a cuenta de los veteranos”.
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