Acaba 2016 con 50 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Pero podrían ser muchas más, incluso el doble, las víctimas mortales del machismo en España. Entre un 20 y un 40 por ciento de las mujeres que se suicidan cada año han sufrido malos tratos.
El caso de la artista Sara Calleja, que se sucidió hace un año y medio, desesperada por el acoso al que la sometía su expareja, podría ser el primero en el que se condene a un maltratador por inducción al suicidio. El suicidio como liberación, como vía de escape de una situación irreversible y crónica. Así lo entendió la artista leonesa Sara Calleja, de 51 años, cuando se arrojó al vacío, en Ibiza, en julio de 2015, para huir del acoso al que presuntamente le sometía su expareja. La pintora, madre de dos hijos, había interpuesto 19 denuncias contra el ciudadano belga Christian Costenoble, con el que había mantenido una relación. Desde que Sara rompió con él, en 2013, el hombre no dejó de amenazarla, tanto a través de mensajes en el móvil como en las redes sociales, según denunció la artista. “Mi vida estaba en sus manos, señora jueza, y parece que cada vez que iba a denunciar, aburría. Hace tres meses lo intenté con pastillas y hoy espero irme de verdad, no lo soporto y por eso me retiro. Christian me robó todo. Él ganó”. Es un fragmento de la carta de despedida que Sara Calleja dirigió a la jueza de Violencia de Género de León el día antes de suicidarse. El sistema le falló a Sara; las administraciones públicas no la protegieron pese a sus reiteradas denuncias.
De las dos últimas, interpuestas en Ibiza, adonde huyó la pintora de su maltratador, ni siquiera recibió contestación. Al final, la mujer optó por el suicidio para poner fin a su sufrimiento. Pero detrás de la voluntariedad de acabar con la propia vida, hubo un empujón, un callejón sin salida al que la arrastró el maltratador, quien podría tener responsabilidad penal. Esto es lo que cree la policía ibicenca, que acusa a Christian Costenoble –en la actualidad reside en Bélgica– de un presunto delito de inducción al suicidio, penado con hasta ocho años de prisión. El caso se investiga en un juzgado de Ibiza, que hace unos meses tomó declaración por videoconferencia al belga en calidad de investigado.
El de Sara Calleja podría ser el primer suicidio de una mujer maltratada que pase a engrosar las estadísticas de muertes por violencia machista en España. A punto de acabar el año, ya son 50 las asesinadas. Andrea García Calleja, hija de la artista, alberga esa esperanza: “Espero que la muerte de mi madre sirva para que la sociedad empiece a tomar en serio los suicidios por violencia de género: no se matan ellas, son los maltratadores los que las empujan a hacerlo”, dice a interviú la hija de Sara Calleja.
El forense Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género entre 2008 y 2011, es uno de los pocos expertos españoles en violencia de género que ha estudiado la relación entre la maltrato machista y el suicidio. Asegura que entre el 20 y el 40 por ciento de las mujeres que se suicidan cada año en España han sufrido malos tratos. “Son cifras que vienen de la Organización Mundial de la Salud y de estudios nacionales e internacionales. A la hora de cuantificar las consecuencias de la violencia de género debemos empezar a incluir también los casos de suicidio que de forma más directa o más indirecta estén relacionados con el maltrato”, explica Lorente a esta revista. De esa manera, las cifras de víctimas mortales por el maltrato machista se dispararían pero recogerían con más precisión el alcance real de esa lacra, según Lorente, que actualmente ejerce de profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada.
En España 972 mujeres se quitaron la vida en 2014, último año del que se dispone de estadísticas completas de suicidio.
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