Se acabó tomar tortitas en Nebraska, cierra después de 60 años y 92 empleados a la calle
jueves 12 de enero de 2017, 19:52h
Nebraska echa el cierre tras 60 años. Y en la calle deja a 92 trabajadores. Su local más reconocido era el de la Gran Vía que ya está cerrado, como los de Alcalá, Goya o Bravo Murillo. El de Grupo Nebraska se suma al fin de otros bares emblemáticos madrileños como el Café Comercial o la Cervecería Santa Bárbara.
El fondo Corpfin Capital Real Estate se hizo el pasado 21 de diciembre con la sociedad Nebraska Blanco Hermanos, por un total de 14,48 millones de euros y ahora, tras decidir que el negocio no es “viable” ha decidido finalizar la actividad hostelera. De este modo, los 92 trabajadores de las cafeterías se ven en la calle.
Los trabajadores conocieron su nueva situación el pasado martes y ayer miércoles ya no abrieron al público los cuatro locales que esta marca tenía en Madrid. La venta del grupo de cafeterías sí que era conocido por el personal desde el pasado 27 de diciembre, cuando se les argumentó que las pérdidas que tenía la sociedad eran insostenibles.
La adquisición de las cuatro cafeterías se hizo en dos partes. El fondo comprador desembolsó 9,9 millones de euros por los locales situados en la calle Alcalá y en Goya, según fue comunicado en un Hecho Relevante, en una operación que se llevó a cabo a través de la sociedad Corpfin Capital Prime Retail Assets Socimi, con 5,9 millones de financiación bancaria.
Posteriormente se compró la sociedad Nebraska Blanco Hermanos para hacerse con la propiedad de la cafetería sita en Gran Vía, a través de dos fondos dedicados a la inversión en activos retail, por el montante restante, mientras que la de Bravo Murillo era de alquiler.
El Grupo Nebraska estaba presente en Madrid desde 1955 y llegó a contar con hasta seis establecimientos abiertos.
"Hemos aguantado todo lo que hemos podido. Hemos superado la crisis, pero no daba más de sí. Ahora la competencia es feroz, las hamburgueserías empezaron sin camareros y ahora lo han imitado muchos. La gente pide en un papel y va a la barra a recoger su pedido. Nosotros tenemos camareros de verdad. Al final, no hemos aguantado" dice uno de los propietarios.