España es el sexto país del mundo en el índice de miseria

La inflación y la tasa de paro han sido utilizadas históricamente por economistas y políticos para evaluar la situación económica de un país y poder llevar a cabo las políticas económicas adecuadas. Cuando la tasa de desempleo es alta, pero la inflación reducida, según la teoría económica dominante, una bajada en los tipos de interés puede ayudar a reducir el desempleo. En el caso contrario, los bancos centrales deberían aumentarlos.

En el caso de España llama especialmente la atención su posición en la tabla y lo lejos que se sitúa de sus vecinos europeos con los cuales comparte, a través del Banco Central Europeo, política económica y control de tipos. La economía española sufre una de las tasas de paro más elevada del mundo desarrollado, superior al 21% y más de 5 millones de desempleados.

De no haber adoptado el euro, el Banco de España (BdE) tendría la competencia monetaria e incluso el poder de devaluar la moneda y bajar los tipos. Si el BdE gozara en la actualidad de esas competencias en política monetaria, y dados los problemas netamente estructurales del mercado laboral español, la inflación a día de hoy seguramente constaría de dos dígitos, según los analistas de The Economist.

Si bien es verdad que el problema de España no es el control de la inflación, ya que sitúa su tasa muy cercana al resto de países del eurogrupo gracias a esa cesión de soberanía monetaria, el mal endémico que supone el paro desbordado español es el que provoca una posición tan elevada en el índice de miseria.

El mercado laboral español es bulímico, crea y destruye empleos de manera feroz, y ese problema estructural es habitual en países tercermundistas. Tan sólo Macedonia e Irán superan en número de desempleados a España con una tasa de paro del 32,2% y 24,4%, respectivamente.