La transformación digital y la financiación del sector empresarial

Del capitalismo puede decirse que no es el modelo económico perfecto, pero sí el que conocemos con mayor profundidad. Sin embargo, las actuales tendencias tecnológicas, energéticas y sociales están sembrando el nacimiento de “algo diferente”.

El cambio es tan profundo que está provocando la caída de los grandes “oligopolios “históricos. Hemos pasado de idolatrar el petróleo a contemplar como los fabricantes de automóviles abrazan lo eléctrico en un breve período de tiempo. Hace poco escribíamos con máquinas de escribir, actualmente parece como si ya hubiese pasado un siglo desde la muerte de la máquina de escribir, pero realmente es muy reciente.

En este entorno, la economía colaborativa y las plataformas de financiación participativa tienen mucho que decir. Los cambios en la tecnología, en la energía y en la sociedad, están provocando grandes transformaciones en los modelos de negocio de las empresas.

La financiación bancaria representa en España en torno al 75% del total de la financiación empresarial. Pocas empresas no financieras españolas son capaces de acceder a algún mecanismo de financiación de tipo colectivo, es decir, con multitud de inversores que adquieran acciones o títulos de renta fija cotizados.

El respeto reverencial de las compañías a adquirir el status de sociedad cotizada o a la captación de ahorro público por desconocimiento o por el excesivo coste regulatorio, se está reduciendo con la irrupción de nuevos cauces de captación del ahorro público a través de la ya conocida como digitalización de la economía.

Un elemento clave en esta tendencia ya imparable es el desarrollo de plataformas de financiación que combinan la oferta y la demanda poniendo en contacto a proveedores y clientes, produciendo ingentes cantidades de datos, creando nuevos productos y servicios y generando formas novedosas de distribuirlos y consumirlos.

Las tecnologías exponenciales (big data, computación en la nube, internet de las cosas o los desarrollos de materiales inteligentes) contribuyen a incrementar la capacidad de procesamiento de la información y reducir sus costes.

La tecnología de bloques o blockchain ofrece una ventaja incuestionable: elimina cualquier intermediario, pasando los consumidores a ser los controladores absolutos de nuestros datos. Ante esta nueva realidad, las entidades bancarias se esfuerzan por adaptarse al nuevo entorno y proporcionar las experiencias digitales que demandan los propios clientes.

La crisis ha mermado parcialmente la reputación de los bancos y reducido la confianza de algunos clientes, lo que han aprovechado las compañías tecnológicas para posicionarse en el mercado de los servicios financieros. Las cinco mayores empresas de capitalización bursátil (Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook) son plataformas de este tipo, lo que certifica la magnitud del tsunami.

El Ministerio de Economía y Hacienda en España acaba de publicar el anteproyecto de ley de transformación digital del sistema financiero, que introduce la figura del “sandbox” regulatorio o entorno de pruebas controlado para las innovaciones financieras con base tecnológica.

Lo que se pretende es contar con un marco legal apropiado de medidas que facilite y soporte el proceso innovador del sector privado, una herramienta que potencie la innovación y que haga factible valorar el impacto de las nuevas tecnologías en las actividades empresariales.

El futuro inmediato predice enormes ventajas en innovación, información y eficiencia. En este nuevo contexto, España en general y Castilla La Mancha en particular necesitan avanzar hacia un sistema empresarial y financiero más equilibrado y flexible facilitando el acceso de las empresas a vías de financiación distintas que las del tradicional cauce bancario.

La innovación financiera proporciona nuevas formas alternativas de financiación, pero en la relación comercial entidad financiera-cliente los principios de prudencia valorativa del contable clásico deben estar siempre presentes.

Las revoluciones sugestionan al revés que los comerciantes, siendo así que los primeros derraman sangre y los segundos promueven el desarrollo. Es conveniente recordar que nada es más opuesto a las costumbres revolucionarias que las costumbres de los negocios.

Juan Munguira
Profesor del mercado financiero