Los versos sueltos de Natalia : Senda impredecible y desconocida
miércoles 09 de septiembre de 2020, 09:02h
Las olas chicas de un mar que casi siempre está en calma ocultando la tempestad se trazan en su pelo.
Antes de esconderse el sol tras el horizonte al anochecer incendia el océano y lo pinta de fuego, del mismo rojo que su melena que roza sus hombros robustos, capaces de acoger tus sueños y tus miedos.
Sus ojos tienen el verde intenso de un prado en primavera que está recién llovido y lo adornan pinceladas de silvestres margaritas exultantemente amarillas.
Su cuerpo desnudo es un paisaje lleno de suaves colinas y valles atravesados por ríos derramados por sus lágrimas contenidas y rabiosas de guerrero que anhela vencer.
Te sientas a horcajadas encima de su vientre apretado por tantas batallas luchadas.
Y lo miras fijamente sintiendo su dureza mientras bailas suavemente.
Su piel es blanca como la nieve de la montaña virgen a la que nunca llegas, con la que solamente sueñas o ves en la lejanía desde el asfalto solitario, triste y gris.
Las pecas que la cubren desordenadamente son piedras colocadas para construir un laberinto que te enloquece y te lleva a un fin desconocido aunque feliz.
Pones los labios en su pelo y te quema.
Pasas los dedos por su boca para aliviarte de la hoguera que incendia sin remedio tu cuerpo.
Su aliento acaricia la hendidura del principio de tu cuello haciendo que tu respiración se agite descontrolada, y que el corazón se equivoque de lugar para latir justo ahí.
Sientes un ahogo en la garganta, una presión en en el pecho y contienes un te quiero que se convierte en un gemido indescifrable.
Suelta la espada que aferra siempre y acaricia la curva de tu espalda con rudeza.
Notas lo áspero de sus dedos arañándote y la ternura de su alma palpándote.
Su vello masculino pero suave te despierta del ensueño de tenerlo para ti en la soledad de esta noche oscura cubierta de nubes que quieren presagiar lo peor pero no lo consiguen porque estas con él, sin luces que alumbren el misterio que es su cuerpo , sin luna que ilumine tu piel morena junto a la suya
traslúcida , sin faro que te guíe en la senda impredecible y desconocida del amor loco carente de sentido y de razón.