Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Tiende tu mano al pobre
martes 10 de noviembre de 2020, 20:17h
“Tiende tu mano al pobre” (Si 7, 37). Este es el lema elegido por el papa Francisco para la celebración de la IV Jornada Mundial de los Pobres que, Dios mediante, tendrá lugar el día 17 de noviembre. Este año, hemos de poner nuestra mirada especialmente en las nuevas pobrezas provocadas por la rápida propagación del virus en todo el mundo.
La invitación a tender la mano al pobre era un código sagrado de conducta para los miembros del pueblo de Israel. En la actualidad, este mandato se dirige a cada uno de nosotros para que pongamos siempre la mirada del corazón en lo esencial y para
que superemos la barrera de la indiferencia en las relaciones con nuestros semejantes, especialmente con los marginados y excluidos.
La pobreza asume siempre rostros concretos que requieren una atención especial en cada situación particular. En los rostros tristes y cansados de aquellos hermanos que experimentan en sus carnes el sufrimiento y el dolor de la marginación social, los cristianos podemos y debemos descubrir el rostro del mismo Jesús, que ha querido y quiere hacerse presente en cada uno de ellos (cf. Mt 25, 40).
En una sociedad individualista, en la que se nos invita constantemente a poner la atención en nosotros mismos y en la búsqueda de nuestros intereses personales, no resulta fácil permanecer atentos a los pobres. Sin embargo, quienes confesamos la presencia de Jesús en ellos hemos de mirarlos como
verdaderos hermanos, si queremos dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. No se trata de pronunciar muchos discursos, sino de comprometer nuestra existencia en la solución de sus necesidades, movidos por el amor de Dios derramado en nuestros corazones.
Ante las situaciones de impotencia y desorientación provocadas por el virus, hemos podido experimentar este amor de Dios en el personal sanitario, en los cuerpos y fuerzas de seguridad y en tantos voluntarios que, desde Caritas o desde otras instituciones, han entregado lo mejor de sí mismos, poniendo en riesgo sus vidas, para sostener y atender a los hermanos necesitados de ayuda humana, espiritual y material. Con sus gestos y palabras nos han recordado que la fe y el amor a Dios son inseparables de la cercanía, escucha y solidaridad con los que sufren o pasan necesidad.
La experiencia de la muerte de tantas personas y la restricción de nuestra libertad han puesto al descubierto que, de una u otra forma, todos somos pobres y vulnerables, que nos necesitamos unos a otros para afrontar las dificultades de la vida y para crecer como personas. Partiendo de esta experiencia, os animo a todos a seguir siendo caricia de Dios para los más pobres, asumiendo su mandato de cuidar de ellos y del mundo. La libertad cristiana es siempre una invitación a llevar las cargas de los hermanos, convencidos de que la caridad no puede ser nunca algo opcional pues el amor a nuestros semejantes condiciona siempre la autenticidad de la fe que profesamos.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara