El Rey pide "respeto y lealtad" a la Constitución y alerta de la subida de precios y el coste de la luz en los hogares españoles (VEA AQUÍ el texto íntegro del discurso)
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REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
sábado 25 de diciembre de 2021, 08:12h
El Rey Felipe VI ha defendido este viernes de nuevo la Constitución Española "como viga que ha favorecido el progreso" y ha instado a las fuerzas políticas a alcanzar "consensos que garanticen una mayor estabilidad (...) y una necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro". En su tradicional discurso de Navidad, el Monarca ha señalado que España vive una "encrucijada" derivada de la pandemia del coronavirus y la crisis económica y socia abiertas tras ella y ha pedido aprovechar la "oportunidad" para crear una "economía necesariamente cada vez más digital, más verde y más inclusiva".
Don Felipe ha señalado que en estos cuarenta años de democracia, el cambio que ha vivido España ha sido "profundo" y no casual. "Se ha basado en el esfuerzo y el sacrificio de millones de españoles. Y se ha debido a muchas razones: sentido de la historia, grandes acuerdos, generosidad, responsabilidad y visión de futuro", ha dicho. La piedra angular de ese cambio ha sido, según el Monarca, la Constitución, "cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión. Nos convoca a una convivencia cívica, serena y en libertad", ha expresado. En este sentido, el Rey ha recordado que la Constitución es "la viga" que ha sostenido "nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza" y cree que por ello "merece respeto, reconocimiento y lealtad".ç
El rey Felipe VI ha lanzado un mensaje de alerta sobre el reto que supone para los hogares españoles la subida de los precios y la elevación de los costes de la energía, en el contexto de “incertidumbres y contrastes” en que nos ha dejado la evolución de la pandemia y la crisis sanitaria y económica. En su tradicional discurso de Navidad, el monarca advierte que una de las consecuencias sociales, económica y emocionales más graves que nos ha dejado el virus ha sido el aumento de las personas en situación de vulnerabilidad, a pesar de que la economía ha crecido y se han recuperado casi todos los puestos de trabajo que se perdieron durante la crisis.
Para salir de ese escollo, Felipe VI hace hincapié en la necesidad de “tomar la iniciativa e ir por delante de los acontecimientos” mediante una adaptación rápida a los cambios que se avecinan, porque “es un tiempo de nuevos proyectos, nuevas ideas y oportunidades; de iniciativas llenas de ambición por mejorar y progresar”. Tras reflexionar cómo las nuevas tecnologías y la ciencia están cambiando el concepto mismo de trabajo que siempre habíamos tenido y afectan incluso a muchos aspectos de la vida personal, el Rey hace un llamamiento para que esa innovación favorezca el progreso y nos permita estar a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático, la sostenibilidad y el equilibrio medioambiental.
Texto íntegro del discurso del Rey.-
A continuación, ofrecemos el texto íntegro del Mensaje de Navidad de Felipe VI:
«Buenas noches, mis primeras palabras en esta Nochebuena quiero dedicarlas a quienes vivís en la isla de La Palma y estáis pasando, desde hace tres meses, una situación tan dolorosa y difícil. El volcán os ha dejado a muchos sin hogar, sin medio de vida y a todos nos ha llenado de tristeza.
Hoy nuestro corazón y nuestro pensamiento siguen con vosotros. Nos sentimos muy cerca y sabéis que tenéis nuestra solidaridad y que contáis con el trabajo y el compromiso de todas las Administraciones para que podáis reconstruir, cuanto antes, vuestras vidas, vuestra economía, y rehacer así vuestros proyectos con ilusión.
El año pasado, en mi mensaje de Navidad, compartí con vosotros la necesidad de hacer un gran esfuerzo colectivo que nos permitiera superar la Covid-19, con la esperanza puesta en la ciencia y especialmente en las vacunas.
Un año después -y siempre con toda la prudencia necesaria- la situación es diferente. Hemos avanzado sustancialmente en la lucha contra la pandemia gracias al descubrimiento y autorización de las vacunas, al gran número de españoles que se ha vacunado, así como al propio proceso de vacunación en nuestro país, del que podemos sentirnos especialmente satisfechos.
Aun así, estamos viendo que el virus todavía tiene la capacidad de hacernos daño, de muchas maneras. Se vuelve a transmitir muy rápidamente y, por tanto, el riesgo no ha desaparecido. Al contrario. Por ello, debemos seguir teniendo cuidado, protegernos y actuar con la mayor responsabilidad individual y colectiva. Todos tenemos que hacer lo posible para no dar pasos atrás en esta crisis sanitaria que tanto sufrimiento ha causado; y a cuyas víctimas recordamos, especialmente, en estas fechas. Y nuevamente al personal sanitario -en estos momentos- les damos inmensas gracias, con todo nuestro apoyo y ánimo.
También, las nuevas tecnologías están cambiando los tradicionales modos de producción de las empresas y por tanto influyen en el concepto mismo del trabajo, tal y como siempre lo habíamos conocido; la ciencia avanza, y para bien, pero está modificando muchos aspectos de nuestras vidas personales y en comunidad. A la vez observamos cómo, en ocasiones, se ponen a prueba nuestras convicciones, nuestros valores o se ven afectados nuestros principios de organización social y de convivencia en libertad.
Estos son algunos ejemplos de los retos que tenemos por delante y que muestran los tiempos tan complicados que vivimos; tiempos que nos obligan a permanecer muy alerta en un escenario, sin duda, lleno de incertidumbres y de contrastes.
Dejar atrás el pesimismo
Ante esta situación ¿qué hacer?, ¿tenemos que dejarnos llevar por el pesimismo?; ¿debemos caer en el conformismo, esperando que los problemas se resuelvan por sí solos? Yo creo que no.
Creo, por el contrario, que debemos reaccionar: Debemos entender y asumir las nuevas transformaciones que -de manera tan acelerada- estamos viviendo, tomar la iniciativa e intentar ir por delante de los acontecimientos; y debemos igualmente adaptarnos rápidamente a los cambios, teniendo siempre claros nuestros grandes objetivos y prioridades como país. Porque también es un tiempo de nuevos proyectos, de nuevas ideas y oportunidades; de iniciativas llenas de ambición por mejorar y progresar.
Todos deseamos una sociedad avanzada en lo económico y social, con empleo estable y digno, y con un Estado del Bienestar sólido; queremos una sociedad que siga impulsando la igualdad entre hombres y mujeres, que favorezca el progreso individual y social; y aspiramos -por supuesto- a que sea puntera en tecnología, en innovación, que esté en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático y plenamente comprometida con la sostenibilidad de nuestro planeta y su equilibrio medioambiental.
Creo sinceramente que los desafíos que tenemos por delante representan para España, como para muchas otras naciones, una auténtica encrucijada; pero son sin duda una oportunidad histórica, incluso una exigencia para ponernos al día, para actualizar y modernizar nuestro país, manteniéndonos firmes en nuestros principios democráticos y en los valores que inspiran nuestra convivencia. Porque en lo que hagamos o decidamos de ahora en adelante está en juego que podamos seguir progresando junto a las naciones más avanzadas o que perdamos el paso en nuestro camino.
Y en esa gran tarea, las instituciones tenemos la mayor responsabilidad. Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, en sus inquietudes, en sus preocupaciones, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas. Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral.
Para todo ello, el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos. Y las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro.
Pero sin duda, también la sociedad tiene que desempeñar un papel esencial en estos tiempos de cambio. Las circunstancias, muchas de ellas nada fáciles, que nos ha tocado vivir, sobre todo a lo largo de estos últimos 40 años, nos han forjado como una sociedad fuerte y responsable; y enormemente solidaria, como hemos comprobado desde el comienzo de esta pandemia. Son nuestros valores cívicos, junto al talento, la vitalidad y la energía que tenemos en la industria, en los servicios o el campo, los que deben estar muy presentes en la construcción de nuestro futuro.
Si sabemos adónde nos queremos dirigir, también debemos ser conscientes de dónde venimos:
El cambio tan profundo de España en estas más de cuatro décadas de democracia y libertad ha sido extraordinario, y no ha sido fruto de la casualidad. Se ha basado en el esfuerzo y el sacrificio de muchas personas, de millones de españoles. Y se ha debido a muchas razones: sentido de la historia, grandes acuerdos, generosidad, responsabilidad y visión de futuro.
«Unidad frente a la división»
Ese gran proyecto de transformación lo simboliza y representa nuestra Constitución, con la que nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad.
La Constitución ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad.
Y nuestro futuro como país va muy de la mano de la Unión Europea; así lo entienden mayoritariamente los españoles. Europa fue una aspiración y un objetivo, y hoy es una gran realidad política, económica, social y cultural, en la que compartimos con nuestros socios nacionales europeos unos mismos valores democráticos que nos ofrecen un marco institucional de estabilidad, de seguridad, y de confianza. Y también de nuevas oportunidades.
“Los desafíos que tenemos delante -señala en su discurso navideño- representan una auténtica encrucijada, pero son sin duda una oportunidad histórica, incluso una exigencia para ponernos al día, para actualizar y modernizar nuestro país, manteniéndonos firmes en nuestros principios democráticos y en los valores que inspiran nuestra convivencia”. En un discurso muy marcado por la economía como base del progreso, Felipe VI asegura que “en lo que hagamos o decidamos de ahora en adelante está en juego que podamos seguir progresando junto a las naciones más avanzadas o que perdamos el paso en nuestro camino”.
Cumplir las leyes
Una de las claves que el monarca destaca en su intervención para garantizar la mayor estabilidad, el bienestar en los hogares y la tranquilidad en las familias españolas pasa porque todas las instituciones que rigen el país estén en el lugar donde constitucionalmente les corresponde, asuman sus obligaciones, sobre todo la de “respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”. Ese ejemplo que el Rey pide se basa en el entendimiento y la colaboración de las instituciones, a sabiendas de que “las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad”.
El Rey confía en la fortaleza y la solidaridad de la sociedad española para afrontar cualquier reto que se ponga delante, como se ha demostrado con la pandemia y en los más de 40 años de democracia, que han permitido un cambio “basado en el esfuerzo y el sacrificio de muchas personas, de millones de españoles” que han sabido tener sentido de la historia, generosidad y visión de futuro para llegar a grandes acuerdos. Y el nexo de unión de todo ello, en palabras del Rey y con una reflexión que es común en sus discursos navideños, es la Constitución, “la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad”.
Hemos visto como la lucha contra la pandemia, con toda su complejidad, ha reforzado a la propia Unión, que ha asumido compromisos muy importantes -sin precedentes- en salud, economía y empleo. Y ahora la Unión se abre a la oportunidad de invertir fondos europeos en la modernización de nuestro país y de nuestras empresas, en una economía necesariamente cada vez más digital, más verde y más inclusiva. Es una ocasión única que no podemos desaprovechar.
El momento es difícil, desde luego, pero detenernos hoy es quedarnos atrás; es retroceder. Hay que seguir adelante porque la Historia nos enseña que los españoles hemos sabido cómo reaccionar y sobreponernos ante las adversidades. Ahora se abre ante nosotros un futuro que nos exige -a todos- responsabilidad, voluntad de colaborar y entendernos; y necesita -ese futuro- que confiemos más en nuestras propias fuerzas como Nación. Y no tengo duda de nuestro compromiso, de nuestra capacidad; y de que, con decisión, con empuje y carácter, lo conseguiremos.
No me extiendo más, pero recordemos que esta noche también hay muchas personas velando por nuestra salud, por nuestra seguridad y tranquilidad, y garantizando los servicios públicos… Todos ellos, merecen nuestro reconocimiento y que les tengamos especialmente presentes en estas fechas.
Euskera, catalán y gallego
Gracias por vuestra atención; y con la paz y la alegría que esta noche representa, junto a la Reina y nuestras hijas la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, os deseo a todos que tengáis una muy feliz Navidad y Año Nuevo.
Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas».