A caballo entre los meses de octubre y noviembre de 2023 se ha llevado a cabo una nueva intervención en el yacimiento paleolítico de Peña Capón (Tamajón) que ha permitido ampliar el conocimiento que se tiene del Paleolítico Superior en general, y de este yacimiento en particular. Pese a que fue una campaña algo más corta de lo esperado, se cumplieron todos los objetivos planteados.
Muchas veces, en la ciencia arqueológica hay periodos que se escapan a la hora de obtener datos. Momentos en los que la humanidad parece desaparecer del registro arqueológico y que, comúnmente, denominamos como “Épocas Oscuras”. Sin embargo, de vez en cuando aparece algún yacimiento que arroja un poco de luz a esta oscuridad, y permite a los expertos tirar del hilo para conocer mejor lo que hasta ese momento era un misterio.
Es en este grupo de “yacimientos excepcionales” en el que se debe situar Peña Capón, en Muriel (Tamajón). Las excavaciones anteriores ya habían puesto de manifiesto el importante y rico registro arqueológico que posee para el estudio del periodo Solutrense, un esquivo momento del Paleolítico Superior en la Meseta, desarrollado entre hace unos 25.000 y 20.000 años, en el que toda Europa estaba sufriendo el momento más frío de la última glaciación, y muestra de ello son las cerca de 150 puntas solutrenses recuperadas durante los trabajos. Este tipo de puntas fabricadas en sílex, de impresionante belleza, tienen su lugar en el CIPAT (Centro de Interpretación Paleontológica y Arqueológica de Tamajón), donde las personas interesadas pueden observar, a través de réplicas de gran calidad, la impresionante factura de algunos de los materiales recuperados de las excavaciones.
La dilatada ocupación del abrigo, de al menos unos 4.000 años, hace que los materiales solutrenses no sean la única aportación científica relevante del sitio. En torno a un milenio antes, hace unos 25.500 años, existió una cultura arqueológica denominada Proto-Solutrense, poco conocida hasta el momento por su escasa aparición en los yacimientos europeos. No obstante, en Peña Capón se ha encontrado un nivel con estas características que posee tres cualidades fundamentales para la ciencia arqueológica: una buena contextualización estratigráfica, con un nivel reconocible y diferenciable del resto y sin alteraciones; una colección homogénea de materiales en ese nivel, lo que indica la concordancia arqueológica del paquete; y, por último, un set de dataciones que sitúan de manera muy coherente ese nivel en un momento entre hace 25.000 y 25.500 años. Todo ello hace de Peña Capón un yacimiento de primer orden para la comprensión de las poblaciones humanas que habitaron el sur de Europa y, más concretamente, el interior peninsular durante la última glaciación.
Aunque como se puede intuir, estas poblaciones humanas que ya eran Homo sapiens como nosotros estaban muy vinculadas a la caza, también se han documentado herramientas que permiten a los investigadores reconstruir otro tipo de actividades más vinculadas al mundo doméstico, como raspadores y buriles, probablemente relacionadas con el procesado de pieles.
La campaña de este año continuaba los objetivos propuestos en las anteriores, siendo uno de ellos la delimitación del entorno del yacimiento. Para ello, y aprovechando el bajo nivel del pantano de Beleña, se abrieron algunos sondeos en áreas más alejadas de la pared del abrigo. Y como en ciencia la ausencia de evidencias también es una evidencia, la baja densidad de materiales recuperados en dichos sondeos da una idea a los investigadores del tamaño y la potencia del paquete arqueológicamente fértil.
Además, estas catas permitieron identificar una capa de bloques de caliza que sellaba el nivel en el que aparecían los materiales. Sin embargo, también se continuaron los trabajos en los sectores más centrales y pegados a la pared dolomítica, donde se registra la mayor cantidad de artefactos. De entre todos los recuperados en esta campaña destaca el diente perforado de un herbívoro, que formaría parte de un colgante, y que se sumaría al incisivo de lince recuperado en campañas anteriores.
Estos elementos, aunque conocidos en los yacimientos paleolíticos europeos, no dejan de ser excepcionales y conmovedores, ya que formaron parte de la identidad individual de una persona que habitó esta misma tierra hace miles de años. Aunque la campaña tuvo que sufrir una clausura apresurada por la gran cantidad de lluvia que hizo aumentar el nivel del pantano a mayor velocidad de la esperada, está claro que los resultados de los trabajos no hacen sino presagiar grandes sorpresas e importantes datos en el futuro que nos acerquen aún más a los grupos de personas que tenían en el entorno del río Sorbe su hogar.
Esta intervención arqueológica se encuadra dentro del proyecto: “Population dynamics and cultural adaptations of the last Neandertals and first Modern Humans in inland Iberia: a multi-proxy investigation (Dinámicas de población y adaptaciones culturales de los últimos Neandertales y los primeros Humanos Modernos en el interior peninsular: una investigación interdisciplinar)”, financiada por el Consejo Europeo de Investigación (ERC). Asimismo, cuenta con el apoyo de la Universidad de Alcalá y el Ayuntamiento de Tamajón, y la autorización de la Junta de Castilla-La Mancha y la Confederación Hidrográfica del Tajo. “La labor de todos los equipos científicos que trabajan en Tamajón tiene una doble dimensión: por un lado, científica. Lo que nos trasladan los equipos es su importancia. Por otro, creo que la forma en que los hallazgos van nutriendo el CIPAT, es la adecuada para que nuestra localidad se nutra de su pasado, en forma de turismo de calidad. Damos las gracias a todos ellos por su trabajo, y, especialmente en este caso al equipo que dirigen los profesores Alcaraz y Alcolea”, afirma Eugenio Esteban, alcalde de Tamajón.