El rector de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, ha descubierto hoy una placa como homenaje a Francisco Vallés, en el contexto de la conmemoración del 500 aniversario de su nacimiento.
Ubicada en el Patio de Santo Tomás de Villanueva del Rectorado, la placa recuerda la importancia de El Divino Vallés, “protomédico general de Castilla y médico de Felipe II, que impartió su sabiduría en la Universidad de Alcalá, contribuyó significativamente al avance de la Medicina y sirvió de modelo para las generaciones futuras”.
Tras el descubrimiento de la placa, la Capilla de San Ildefonso ha acogido dos conferencias, ‘Las prácticas médicas en el siglo de Oro de la Universidad de Alcalá’, a cargo del historiador Gonzalo Gómez; y ‘La figura de Francisco Vallés’, impartida por el profesor Fernando Noguerales.
Así ha quedado clausurada la Semana de la Medicina, cinco días durante los cuales la UAH ha acercado a los participantes en las distintas actividades programadas el pasado, presente y futuro de la Medicina y el papel de la Universidad de Alcalá a lo largo de la historia en este campo.
Francisco Vallés “El Divino”
Francisco Vallés estudió y desarrolló su actividad docente en la Universidad de Alcalá. Tras licenciarse en Artes y en Medicina y doctorarse, llegó a ser catedrático en la propia Universidad, ocupando la Cátedra Prima de Medicina hasta el año 1572.
Profesor muy admirado por sus alumnos, Vallés fue decisivo en la reforma de dicha cátedra, ya que fue él quien solicitó ampliar de seis meses a dos años las prácticas médicas para ser Bachiller en Medicina. Asimismo, promovió la creación de las cátedras de Anatomía, primero, y Cirugía, después.
Llegó a publicar quince obras. En ellas, al igual que hacía en sus clases, prevalecían la observación, la experimentación y la práctica médicas, dejando así atrás las enseñanzas puramente teóricas propias del Medievo.
Vallés fue, por tanto, una de las figuras más relevantes de la historia de la Universidad de Alcalá y, probablemente, el más brillante de aquella edad de oro de la medicina humanista, llegando a ser protomédico general de Castilla y médico de cámara del rey Felipe II. Junto a él, destacó toda una generación de médicos humanistas que impartieron o recibieron clases en ella, como Fernando de Mena, Cristóbal de Vega, Juan Alonso de Fontecha o Rodrigo de Reynoso, entre otros.
Murió en Burgos en 1592, en el transcurso de un viaje con el Rey. Sus restos fueron trasladados a Alcalá de Henares y enterrados en la Capilla de San Ildefonso, donde reposan en una urna recuperada en la restauración de la sala, llevada a cabo en 2011