De nuevo Guadanews.es , va a re-publicar, justo tres años después, un artículo tan riguroso y certero como el anterior: “El regreso del poder militar”.
Es un análisis sobre el poder, sus mecanismos, su permanencia y sobre cómo determinadas formas de poder, resurgen cuando menos se espera.
Eso sucede con el poder militar. No entenderlo conduce al suicidio, para Europa y también para España, con necesidades de Defensa específicas, que ha desatendido completamente.
Como en el mito del eterno regreso -ya que no retorno, una mala traducción del francés-, también está de regreso el poder militar. Estábamos todos obsesionados por la economía o la tecnología informacional y Putin devolvió la fuerza bruta al primer plano.
No es que yo no supiera que algo así podía suceder. La dinámica del poder está escrita en mi obra publicada, desde 1985, cuando presenté mi Tesis Doctoral, sobre 'La Potestad', pero en el país de la envidia, ignorar, menospreciar y ante todo silenciar la originalidad, es un deporte nacional. La Tesis está en imagen en Internet, sin gran resolución, pero se puede leer y les animo a ello. Les invito también a que vean dónde está el origen de planteamientos que han cambiado, sin decir por qué, o de ideas que incluso se atribuyen a otros que amanecieron más tarde. El concepto de poder lo desarrollé más extensamente en mi obra 'Teoría Estructuralista del Derecho' (2006). Entre tanto, en 1990, Alvin Toffler publicó 'El Cambio del Poder', con un planteamiento casi idéntico, en el capítulo 'Músculos, dinero y mente', él a partir del mito japonés sanshu no jingi, mientras que yo lo había hecho en base a una síntesis analítica. Ésta:
Si poder es la capacidad de influir sobre las acciones humanas, basta tener claro lo que es el ser humano, para saber cómo se puede influir sobre él. Y el ser humano es un ser físico, vivo y con un psiquismo que llamamos superior. Sólo con tirar de este ovillo, surgen los sistemas sociales básicos y el poder dentro de ellos. Las acciones del ser humano en cuanto ser físico, pueden ser determinadas por la fuerza. De ahí el poder físico-coactivo, sustancialmente militar. En cuando ser vivo, y por tanto con necesidades, ha de haber un sistema social de satisfacción de las mismas, con el consiguiente poder de unos sobre otros, que es el sistema económico. Y el poder psíquico, el que incide sobre las ideas y las pasiones, se expresa a través del universo simbólico de los medios de comunicación, las religiones, o el ámbito científico-técnico. La idea de fondo bulle también en los músculos, dinero y mente de Toffler.
Otra cuestión -que asimismo apunta Toffler- es la de las interacciones entre esas formas de poder, a partir de las cuales se explica el poder político, o como unas se apoyan en otras. El poder económico preñado de poder psíquico, da lugar a la sociedad de consumo, por ejemplo. El error de Toffler -que yo no cometí- es entender que unas formas de poder tienen más “calidad” que otras, por lo que hace una escala de calidad, que va del poder militar al poder tecnológico, al que sitúa en la cúspide -y prácticamente identifica con el poder de la mente-, pasando por el poder económico. Con ello tiende a jerarquizar las formas de poder. En otras palabras, comete el mismo error de Marx, que identificó muy bien los grandes subsistemas de la estructura social, pero también los jerarquizó, al poner en primer plano la “infraestructura” económica. La auténtica infraestructura no son músculos, dinero, ni mente, sino lo que rige la acción de los sistemas que directa o indirectamente generan, y no es otra cosa que el poder.
No hay jerarquía entre los distintos poderes. Cuando enfatizamos alguno, el poder resurge por otro lado. Eso hizo Lenin en “El Estado y la Revolución”, que no es sino un plan para tomar todo el poder, a partir del control ideológico de la “vanguardia” del partido sobre la masa obrera, a la que usa de mero ariete, para instalarse finalmente en un poder político totalitario. Lo mismo ha sucedido ahora. Ex-occidente, dormido en el opio del bienestar y del poder tecnológico, olvidó que el poder militar de la URSS, permanecía en manos de Putin. Los dinosaurios de la era Chernenko, cayeron en la trampa armamentística de Reagan, porque su soberbia les llevó a aceptar un desafío que económicamente no podían soportar. Sólo debían estarse quietos, pues quien puede sumir el mundo en un invierno nuclear, con sólo estallar las bombas en su país, no puede ser vencido. Espero que Europa y sobre todo España, aprendan la lección y no olviden que despreciar el poder militar, hasta quedarse sin él, es un suicidio.
Emilio Suñé Llinás es Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.