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Descubren un nuevo milpiés en Madrid que revela secretos del ecosistema forestal
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Descubren un nuevo milpiés en Madrid que revela secretos del ecosistema forestal

Por REDACCION
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sábado 15 de marzo de 2025, 22:58h
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La Universidad de Alcalá ha descubierto una nueva especie de milpiés, Ceratosphys dissensionis, en la Dehesa Bonita, un bosque de la Sierra de Madrid. Este diminuto milpiés, que mide solo un centímetro, es crucial para el equilibrio del ecosistema forestal. Su ciclo de vida está sincronizado con las estaciones y actúa como un bioindicador de la salud del bosque. El hallazgo resalta la importancia de conservar los espacios naturales y estudiar la biodiversidad en la región. Este descubrimiento también destaca la calidad de la investigación en la Universidad de Alcalá y su compromiso con la formación de futuros científicos. Para más detalles, visita el enlace.

En lo más profundo de la Dehesa Bonita, un bosque de la Sierra de Madrid donde los árboles guardan historias milenarias, un equipo de científicos ha encontrado un diminuto tesoro oculto bajo la hojarasca. Se trata de Ceratosphys dissensionis, una nueva especie de milpiés que, pese a medir apenas un centímetro, juega un papel esencial en el equilibrio del ecosistema.

Este milpiés atraviesa diversas etapas de desarrollo a lo largo del año, sincronizando su crecimiento con las estaciones. Sin embargo, su actividad se intensifica durante el otoño, cuando la disponibilidad de hojarasca es mayor.

Un descubrimiento con impacto científico

El equipo investigador que realizó este hallazgo pertenece al Grupo de Investigación de Biología del Suelo y de los Ecosistemas Subterráneos (GIBSES) de la Universidad de Alcalá.

Elena Andrés Gómez, investigadora principal y primera autora del estudio, destaca la importancia del descubrimiento: “Es muy significativo porque resalta cuánto queda por conocer sobre la biodiversidad en la región de Madrid”. También enfatiza la necesidad de conservar los espacios naturales, ya que pueden albergar «tesoros biológicos» aún desconocidos. Además, subraya que proteger y estudiar los suelos en los ecosistemas forestales es esencial para la sostenibilidad de los paisajes naturales.

El nombre del desacuerdo

La elección del nombre científico para esta nueva especie refleja una anécdota interesante en el proceso de denominación y el buen ambiente entre el equipo. Al descubrir una nueva especie, los científicos deben asignarle un nombre; sin embargo, no lograron ponerse de acuerdo en uno que todos aceptaran.

La primera parte del nombre debía ser Ceratosphys, correspondiente al género compartido con otras especies relacionadas. La dificultad surgió al proponer el epíteto específico. Tras muchas discusiones y sin consenso, decidieron rendir homenaje a su educado desacuerdo utilizando como base el término latino dissensio, resultando en dissensionis. “Una anécdota que ilustra cómo el factor humano es clave en el desarrollo científico”, comenta Andrés.

Un bioindicador del ecosistema

El papel del Ceratosphys dissensionis es fundamental dentro del ecosistema. “Cada ciclo vital de este milpiés actúa como un reloj natural que marca el latido del bosque. Su sincronización con las estaciones refleja tanto la fragilidad como la belleza de estos ecosistemas”, explica la investigadora.

Este organismo desempeña una función ecológica crucial al alimentarse de hojarasca, contribuyendo así al reciclaje de nutrientes esenciales para el ecosistema y devolviendo al suelo aquellos nutrientes que serán vitales en primavera. Además, su ciclo vital vinculado a temperatura y humedad lo convierte en un bioindicador de la salud ambiental. “El estudio de esta especie también ha permitido recopilar información valiosa sobre su desarrollo y fenología (la relación entre factores climáticos y ciclos biológicos), ampliando notablemente nuestro conocimiento sobre los milpiés en la península ibérica”, señala Andrés Gómez.

El hallazgo refuerza la necesidad urgente de conservar estos ecosistemas, ya que albergan especies adaptadas a condiciones ambientales muy específicas. En un contexto marcado por el cambio climático, proteger estos bosques se vuelve crucial para garantizar la supervivencia de aquellas especies que dependen de condiciones ambientales estables y húmedas.

Este descubrimiento no solo aporta valiosos conocimientos a la biología del suelo sino que también pone en valor la investigación y formación ofrecida en la Universidad de Alcalá. Como concluye Andrés Gómez: “Este hallazgo resalta la calidad de nuestra investigación científica y en la formación futura de investigadores”.

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