La institución seguntina continúa su labor para darle la relevancia social que merece la vida, en la mayoría de los casos injustamente poco conocida, de mujeres que pueden servir de ejemplo a la sociedad local.
REDACCION | Miércoles 22 de octubre de 2014
El Centro de la Mujer de Sigüenza le dedica su atención en este mes de octubre a la biografía de Zenobia Camprubí con el mismo objetivo de “seguir el camino iniciado por estas mujeres y abandonar la posición a la sombra de los hombres para ocupar nuestro lugar al lado de los hombres en aras de construir una sociedad más justa e igualitaria”, explica la dirección técnica del Centro. Todo el mundo ha escuchado alguna vez la frase: “Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer”. Pues bien, la mujer que mejor encarnó esta frase es la escritora española Zenobia Camprubí Aymar, la mujer del Premio Nóbel de Literatura Juan Ramón Jiménez, pero Zenobia fue mucho más que eso, brilló con luz propia en su faceta de escritora, profesora e impulsora del feminismo en España. SIGUE
Nacida en la localidad catalana de Malgrat de Mar el 31 de agosto de 1887, era la única hija, tenía tres hermanos varones nacidos todos en una familia culta y adinerada. Tanto su madre Isabel Aymar, como su abuela, Zenobia aunque nacidas en Puerto Rico, habían sido educadas en los mejores colegíos de los Estados Unidos, hablaban varias lenguas y eran mujeres cultas que habían viajado mucho.
Su madre Isabel, de padre norteamericano y madre de ricos ascendientes corsos, afincados en Puerto Rico, y su padre, Raimundo Camprubí ingeniero de caminos, canales y puertos, afincado en Barcelona y oriundo de Pamplona, se casaron en Puerto Rico, país al que Zenobia estuvo unida toda su vida.
A los nueve años viajó a Estados Unidos con su madre en proceso de separación, donde residió hasta 1909, por lo cual, cuando años después regresó a España, la llamaban «la americanita». Allí comenzó sus estudios universitarios en Columbia; asistió a actividades culturales y clubes de mujeres. Entró en contacto con el feminismo estadounidense, viajó sola, leyó los clásicos españoles e ingleses y siguió un curso sobre literatura.
Desde su adolescencia, comenzó a escribir cuentos en castellano y en inglés, y a desarrollar sus dotes literarias. Se interesó por la obra del poeta y pensador indio Rabindranath Tagore, a quien tradujo años después al castellano a partir de las prosificaciones en inglés que realizó el propio Tagore.
Entre 1909 y 1910 improvisó una escuela para enseñar a los niños de la aldea de Palos de la Frontera (Huelva), escribió artículos que envió a diversas revistas norteamericanas y, sobre todo, se aficionó a la poesía popular española.
Desde 1910 Zenobia vivió en Madrid. Allí se relacionó fundamentalmente con estadounidenses, ya que le angustiaba no poder moverse sola con libertad, aunque asistió a numerosas conferencias acompañada de un matrimonio estadounidense, los Byne. Este matrimonio organizaba fiestas y en ellas escuchó hablar de un arisco y extraño poeta huésped de la residencia, que se quejaba del ruido, pero que pegaba el oído a la pared cuando oía la risa de Zenobia, a la que por entonces aún no conocía, la conoció en una de esas conferencias celebradas en la Residencia donde él trabajaba.
En 1916, tras la insistencia del poeta, que le llevó incluso a seguir a Zenobia a Nueva York, se casaron, y a partir de ese momento, la vida de la escritora se centro en dos aspectos: llevar adelante actividades socialmente comprometidas, como la asociación “La Enfermera a Domicilio”, fundada por ella en Barcelona en 1919, una especie de servicio social clínico sin fines lucrativos; colaborar con “El Ropero de Santa Rita”, “La Visita Domiciliaria”, “El Comité Femenino de Higiene Popular” o fundar el “Comité para la concesión de Becas a Mujeres Españolas en el Extranjero”. También fue miembro de la “Asociación Nacional de Mujeres de Acción Feminista, Política-Económica y Social” y realizó grandes labores de beneficio para la mujer colaborando con María de Maeztu en el Lyceum Club, el primer club de mujeres de España, donde ocupó el cargo de tesorera.
Su otra gran dedicación era apoyar a su esposo, como traductora, secretaria, agente… Su ambición residía en alcanzar un ideal, e hizo de Juan Ramón Jiménez la razón de su vida. Por eso, se puso al frente de pequeños negocios que compensaran los problemas económicos del matrimonio, templó el ánimo de su marido, alentó su pluma y sorteó problemas tan importantes como abandonar España dignamente tras el estallido de la Guerra Civil.
En agosto de 1936 el matrimonio inició un periplo en el que recorrieron Cuba, Estados Unidos, Buenos Aires y Puerto Rico. Zenobia trabajó como profesora en la Universidad de Puerto Rico. En 1951 se sometió a una operación de cáncer en Boston. En 1954 se instalan de nuevo en Puerto Rico, porque Juan Ramón no soportaba la vida en los Estados Unidos, dejando atrás una vida intelectualmente interesante y también la posibilidad de someterse a un buen tratamiento en caso de que reapareciera la enfermedad, cosa que ocurrió finalmente. Zenobia falleció el 28 de octubre de 1956 en Puerto Rico, tres días después de que su esposo recibiera el Premio Nobel de Literatura.
Al recibirse en Moguer, pueblo natal de Juan Ramón, la noticia de la muerte de Zenobia, la corporación municipal celebró una sesión extraordinaria en la que se acordó en primer lugar nombrar Hija Adoptiva de Moguer a Zenobia Camprubí y solicitar al Ministerio de la Gobernación la autorización correspondiente para poner su nombre a la calle las Flores; y en segundo lugar celebrar un solemne funeral y suspender todos los festejos organizados en señal de júbilo por la concesión del Nobel a su marido.
Zenobia Camprubí está considerada como una de las primeras grandes feministas de España, miembro destacado del Lyceum Club Femenino junto a Victoria Kent, desde el que reivindicó constantemente una mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Entre sus muchas iniciativas de carácter humanitario, destacaron varias campañas a favor de los niños españoles víctimas de la Guerra Civil, realizadas desde su residencia en Nueva York. De su actividad en el mundo de las letras, sobresalen las primeras traducciones al castellano de la obra de Rabindranath Tagore y su constante difusión de la cultura y la lengua españolas, especialmente en los ambientes literarios de Estados Unidos, desde su puesto de profesora en la Universidad de Maryland.
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