TOROS

Entrevista con el ganadero de Núñez del Cuvillo

Álvaro junto a su padre Joaquín, comentan un tentadero en El Grullo, la finca donde se encuentran la plaza de tientas y los toros ‘de

Toros

Miércoles 22 de octubre de 2014
Los Núñez han conocido cuatro siglos de nuestra historia. Y nosotros podemos seguir su pista a través de la del toro desde1793, cuando su antepasado, el gaditano Marcos Núñez Temblador se inició en la aventura de la búsqueda de la bravura. Desde este Marcos Núñez, pasando por Carlos Núñez Lardizábal, Lorenza de Reynoso García, Marcos Núñez de Reynoso y sobre todo por Carlos Núñez Manso, figura clave de la ganadería mundial en la segunda mitad del siglo XX y uno de los criadores determinantes en la historia y evolución de la bravura, hasta hoy, en la primera década del siglo XXI, cuando Joaquín Núñez del Cuvillo y su hijo Álvaro se han consagrado definitivamente en la élite de la bravura.


Hablamos con Álvaro Núñez Benjumea, pieza clave en el presente y futuro de la bravura, último eslabón de un saga familiar cuyo apellido está íntimamente ligado a su evolución.

Guadanews Cuando hablamos de un toro bravo, ¿hablamos de un animal fiero?, ¿de un animal salvaje que vive libre en la naturaleza?, ¿de un animal que incluso cuando vive en cautividad no es susceptible de domesticación?, ¿lo contrario de un animal doméstico?
ÁLVARO Yo vivo en el campo y soy un apasionado de la naturaleza. Me fijo en las reacciones naturales del toro y en la de los demás animales. La de muchos de ellos es atacar. No sólo en el toro. La diferencia es que los demás, cuando se sienten sometidos, o huyen o se amansan. A mí me encanta montar a caballo. Los caballos, como otros animales que se domestican, se amansan, y los otros lo que hacen es huir. El toro bravo, cuando se siente sometido, sigue luchando, sigue atacando al sentirse podido por el toreo. Eso es en definitiva lo que denominamos bravura y lo que hace único al toro bravo.

GN Pero, ¿es correcto afirmar que la bravura es un invento del hombre?
A Sí, la bravura es algo completamente artificial, que nace de la mente del hombre. El ganadero cuando selecciona, va en contra de la naturaleza. Lo compruebas en una misma generación, de padres a hijos. A mí me gusta torear, y te das cuenta de los matices. Cuando te pones delante de una becerra compruebas cuánta bravura ha quedado por el camino. Lo que tiende a aparecer es el instinto natural de supervivencia, que es la mansedumbre.

GN Sin embargo, el bos taurus primigenius, ese toro salvaje del que desciende el actual toro bravo, y que dio lugar, tras su domesticación, a la mayor parte del ganado vacuno actual, no era un manso e inofensivo animal. Tú mismo afirmas que has comprobado como el 70% del ganado bravo transmite esa bravura y que en luchar contra ese otro 30% estriba una de las mayores dificultades del ganadero.
A Casi son inversos los porcentajes. Animales que hereden la bravura al mismo nivel o más que sus padres, no son más de un 30%. La bravura degenera. Otra cosa es la fiereza. Pero el hecho en sí de crecerse ante el castigo es algo que tiende a desaparecer.

GN Estoy de acuerdo con que la bravura, tal y como la apreciamos hoy, es fruto del trabajo de selección y de la inteligencia aplicada por el hombre. Pero, ¿sin esa fiereza que le viene de antaño, se hubiera podido llegar a donde hoy estamos?
A El otro día lo hablaba con mi padre. Aquí, en La Janda (las cinco fincas que componen esta ganadería se encuentran ubicadas en el corazón de la provincia de Cádiz, en una comarca denominada La Janda) las tamaronas, las retintas… eran vacas mansas que embestían. Yo pienso que el hábitat de aquí ayuda mucho a que el toro tenga raza, tenga temperamento. Pero el hecho en sí de la bravura es algo completamente artificial. La bravura existe porque existen las corridas de toros y el toreo.

GN Al determinar el toreo la bravura nos encontramos con la raíz de las controversias entre los aficionados que admiran esa fiereza del toro y, paradójicamente, la gran mayoría de los mejores ganaderos de la actualidad. En este tiempo presente, ¿la subordinación de la bravura del toro a la creación artística lo hace más bravo o más manejable, más toreable, como dice Juan Pedro Domecq? ¿Menos peligroso?
A Al toro bravo, lo que le hace noble es su bravura, una bravura que se traduce en fijeza. Lo hace noble el tú saber por dónde va a embestir. Es cierto que la tendencia a esa selección para que el toro sea fijo y sea noble ha degenerado en ocasiones en un toro más dulce, más domesticado, más predecible y aburrido. El toro bravo debe conservar un porcentaje grande de fiereza, transmitir esa sensación de peligro, de que
cualquiera no es capaz de ponerse delante. Pero distinguiendo esa fiereza del genio. Porque la fiereza es acometividad, una actitud ofensiva. Y el genio una actitud defensiva.

GN Juan Pedro distingue entre bravura y toreabilidad, entendiendo la primera como la capacidad de luchar hasta la muerte. Sin embargo, y en base a los estudios como el realizado por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, no considera antagónicas la fiereza y la toreabilidad.
A Esa es la base de nuestra selección. Yo soy un enamorado de torear. Creo que es fundamental conocer el toreo para conocer la bravura y no se comprende bien la una sin el otro. Mi padre y yo estamos convencidos de que un toro puede ser fiero y agresivo y, al mismo tiempo, prestarse al toreo. Porque la fiereza va unida a la bravura. Un toro bravo tiene fiereza, tiene acometividad, ímpetu en el ataque. Es perfectamente compatible a que como bravo sea fijo, sea predecible. Y que al menor toque siga los vuelos. Eso lo hace muy toreable. De hecho, cada vez vemos más, en más ganaderías, toros que son fieros y que al mismo tiempo son muy toreables. Ese es, a mi modo de ver, el futuro del toreo.

GN Luego, afirma Juan Pedro, que al elegir la toreabilidad se tira en un 45% de la bravura y a la inversa. Me pierdo un poco. ¿En qué quedamos? ¿Si la fiereza y la toreabilidad no son antagónicas, por qué la bravura sí lo es? ¿La bravura no implica fiereza?
A Yo creo que el toro bravo es toreable. Y si no es toreable es porque tiene una actitud defensiva. Cuando se dice que un toro es fiero pero no quiere coger los vuelos de la muleta, o se vence, que es igual a cuando acorta el viaje a los banderilleros, se cae en un error. Esa es una actitud defensiva propia del manso. El toro bravo es el que quiere coger la muleta; la quiere coger desde el inicio y hasta el final del pase. Si lo hace con emoción, su bravura es perfectamente asociable a la toreabilidad. Ahora, si buscamos un toro más dulce, ahí sí se está perdiendo enormemente la bravura. Puede seguir siendo toreable, pero el nivel de bravura es mucho más bajo. Nosotros pensamos que el futuro de la fiesta pasa por buscar un toro que tenga emoción y que al mismo tiempo sea toreable. Te repito que la bravura y la fiereza van asociadas. Muchas veces vemos, yo mismo me doy cuenta cuando toreo a las becerras, que resulta más fácil torear ese toro que viene con ímpetu, con ganas de atacar y que se rebosa, que un toro que a lo mejor tiene una actitud más pasota, que se emplea menos. Al final no tiene tantas ganas de coger la muleta y te acaba arrollando. La mayor parte de las cornadas que pegan los toros, no nos olvidemos, son de aquellos que no quieren atacar. Es una actitud defensiva. Por lo menos en nuestro caso, casi al cien por cien, los toros que han pegado cornadas ha sido por eso. A mí, que personalmente me encanta el toreo, el toro que más miedo me da es el manso. Con el bravo me siento seguro.

GN Afirmamos en general que el toro bravo es aquel que vence el instinto natural de huir y se crece en el castigo, pero me da la impresión de que el concepto de bravura hoy es mucho más complejo y está en continua evolución.
A Y es un proceso vivo; porque también lo son las emociones de los públicos y lo que hoy llamamos toreo, que no tiene nada que ver con lo que era al principio del siglo pasado. La evolución en el toreo ha hecho lógicamente evolucionar la bravura. Siempre condicionada por los públicos, que al final marcan lo que quieren y lo que no quieren. La gente quiere emocionarse, pero viendo torear. Y eso ha exigido un mayor compromiso por parte de los toreros, y un plus de bravura. También los toreros, en su compromiso y en su modo de torear, han hecho avanzar la bravura. En los años noventa se seleccionó un toro para los noventa, un toro menos bravo que permitiera al torero matar ciento cincuenta corridas. Luego han llegado José Tomás y El Juli y han dicho: no, ahora queremos un toro fiero, y si sale un toro malo de vez en cuando, lo aceptamos. Pero queremos un toro que embista con fiereza y que nos llene. Que sea capaz de aguantar el toreo nuestro. Un toreo de sometimiento y de rompernos más, de meterse más en el terreno del toro. Es una realidad.

GN En ese equilibrio entre fiereza, emoción, bravura y toreabilidad y la relación entre ellas ¿cuáles serían los porcentajes para hallar el equilibrio perfecto? Es una alquimia harto difícil. Hay toros con unos carácteres más marcados que otros. ¿Se necesitan dos ganaderías en una para ir compensando?
A En nuestra ganadería -nosotros tenemos una ganadería amplia, y nos vamos acercando cada vez más a unos parámetros-, nuestra idea inicial era tener dos tipos de toro, dos tipos de ganadería en una. Al final acabas combinando las dos líneas y encontrando un punto intermedio. Aun así, seguimos teniendo una línea más fiera, animales que cuesta más trabajo someterlos -siempre manteniendo un fondo que se pueda someter, porque no hay bravura sin sumisión-, y otra más entregada, más fácil de torear. Porque las ganaderías suelen acabar tomando una deriva, a veces hacia una dulcificación, una falta de raza y de celo, y otras hacia una intoreabilidad. Además, una corrida es mucho más entretenida cuando no es todo predecible, cuando sorprende al aficionado y hay más variedad de comportamientos.

GN Hablamos de gradaciones, estilos y conceptos. Observando las similitudes y diferencias en las ganaderías, incluso de orígenes bastante recientes compartidos, como es tu caso con lo de Juan Pedro, pero también pensando en lo de Victorino, lo de Capea, Joselito o lo de Jandilla de Borja, hermano de Juan Pedro, vemos que cada uno tiene su particular concepto. ¿Las ganaderías se parecen a sus dueños?
A Sin duda. Se parecen a los dueños y se parecen al concepto que cada uno tenga del toreo. La bravura está muy ligada al toreo. Yo mismo como aficionado he ido variando mi concepto del toreo y mi padre igual. A medida que ha ido variando, o evolucionado, ha ido variando la ganadería. A nosotros nos gusta una ganadería viva, huimos de los toros viejos y siempre buscamos sementales jóvenes. No porque pensemos que los viejos dan peor que los jóvenes, sino porque necesitas un semental que se adecúe a los gustos tuyos de ahora. Eso permite que la ganadería evolucione rápidamente. Es nuestra forma de pensar. Si conserváramos los sementales de hace diez años, tendríamos la ganadería de entonces, aunque hubiéramos cambiado como aficionados. Teniendo en cuenta que la ganadería lleva un efecto retardado y estás pensando hoy en un concepto de bravura , para un producto que va a salir dentro de seis años. Puedes trabajar también con el toro con los factores externos, como con el manejo, pero esto sólo influye levemente. Al final el toro acaba sacando lo que lleva dentro.
GN O sea, que hay una importante dosis de subjetividad pero también parámetros objetivos.
A En la ganadería hay dos vías: una es el criterio y la otra el método. Tu criterio lo puedes ir variando, pero el método de evaluación, el de selección tiene que ser objetivo. Y debería ser el mismo para todos los ganaderos. En puridad, aunque cada uno tenga su criterio y este sin duda vaya asociado al carácter, el trabajo en las dehesas se ha profesionalizado mucho. Exige una dedicación a tiempo completo.

De los métodos seguidos en la ganadería de Núñez del Cuvillo y en otras como la de Victorino Martín o Juan Pedro Domecq… de sus orígenes particulares, de la definición morfológica y la valoración de los carácteres que cada uno tiene de su ideal de toro bravo… profundizando en su manejo, en las variables de la tienta y en su lidia en la plaza, de su relación con la ecología y con la empresa, de ganadería, ciencia, bravura e intuición, del toro, Dios y el hombre, del pasado, presente y futuro de la fiesta, en busca de la bravura, seguiremos hablando las próximas semanas. Sin prisa, pero sin pausa. Como el toreo bueno. Con Álvaro, con otros criadores, toreros y profesionales, y también con otras personas desde otros ámbitos.

Texto: Carlos Arévalo Nonclercq

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