OPINIÓN

Los casos Abidal

La Opinión de Andrés Aberasturi

A.aberasturi

Andrés Aberasturi | Miércoles 22 de octubre de 2014
Al jugador de futbol Abidal, ya se sabe, no le va a renovar el Barcelona F.C. Le ha despedido entre lágrimas, ovaciones y abrazos. El chaval, que ganó a la muerte una guerra sucia, sólo decía que le hubiera gustado jugar un año más. Pedía una temporada más y estoy seguro que sin exigir ni demasiado dinero ni demasiada titularidad; quería una temporada más para sentirse válido, útil, vivo. Pero no se la han dado. Al menos esta vez media España se ha enterado de una salida indigna que un club tan grande como el Barcelona podría haber evitado. SIGUE

Este triste episodio me lleva la reflexionar sobre tantos despidos sangrantes como está provocando esta crisis. De cuántos sitios se está echando a gente cuya vida había sido durante años la empresa que ahora le despide por burofax, por correo electrónico con el ruego –que no es un ruego- de que firme el finiquito y así se acaba todo. Ya lo sabes, el lunes al sol del INEM, a la cola del paro, a la espera de que algo ocurra aunque eso es casi lo que menos duele.

Lo verdaderamente duro es la falta de memoria de la empresa porque tú sabes mejor que nadie los años que le has dedicado, lo orgulloso que te llegaste a sentir cuando todo eran éxitos gracias a tu trabajo silencioso. Desde los puestos más humildes hasta médicos, por ejemplo, que fueron fundadores de un servicio, se están yendo a la calle sin ovaciones ni abrazos.

Los datos fríos de sus vidas laborales los conoce la Seguridad Social y se guardan en algún archivo sin corazón de la empresa, una carpeta que una vez recibido el conforme del finiquito, se borrará con un simple clic que mandará la historia de un hombre a la papelera. Con otro clic se vaciará la papelera y ya no quedara nada. Así de fácil.

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