Editorial
Miércoles 22 de octubre de 2014
Tan acostumbrados estamos a las mentiras procedentes de la clase política en este país, que cuando un hombre cumple con su palabra provoca estupor. Como corresponde a la profesión política, Antonio Román se arriesgó con un programa electoral ambicioso y atrevido, con propuestas tan impopulares como el traslado del recinto ferial al otro lado de la autovía.
Una por una, su equipo de gobierno fue cumpliendo sus promesas sin prisa pero sin pausa, hasta llegar al último semestre de la legislatura, que comienza con la puesta en marcha de la gratuidad del transporte urbano para menores de 25 años y familias numerosas. El Partido Popular ya reclamó esta medida en el anterior mandato, precisamente cuando los socialistas aprobaron en Pleno el autobús gratis para jubilados y minusválidos, a menos de dos meses de las elecciones de 2007. Y pocos días se han olvidado los socialistas de recordarle a Román sus promesas incumplidas, que se han ido reduciendo a medida que avanzaba la legislatura. Para otros también se acaba el tiempo, y sin embargo no se puede decir lo mismo: Guadalajara continúa esperando la Autovía de la Alcarria, las lanzaderas del Ave o una reforma digna de Francisco Aritio. También los clubes deportivos siguen preguntándose dónde están las subvenciones que habrían evitado tener que recurrir a la concejalía de deportes para sanear mínimamente sus maltrechas arcas.
Tan acostumbrados estamos a las mentiras, que nos cuesta creer que el Ayuntamiento haya adoptado medidas como el destinar el 0,7% en Cooperación al Desarrollo, el IBI social, los 400.000 euros para emergencia social en 2010 o el programa Ayudándote, que hace la vida más fácil a nuestros mayores. Increíble pero cierto, gracias a Dios. Enhorabuena.
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