Cuando un presidente del Gobierno deja el cargo quedan con el riñón cubierto (una retribución vitalicia para el sostenimiento de su oficina que este año reportará a Aznar y a González 79.300 euros), además de escolta y coche oficial.
La jubilación está resultando la piedra filosofal de los expresidentes del Gobierno. Todo lo que tocan se convierte en ingresos legalmente compatibles con su retribución vitalicia.