Columna de Economía de Arturo García
Miércoles 22 de octubre de 2014
El cierre provisional de la inflación en la Unión Europea se ha situado en el 2,2%, ligeramente por encima del objetivo a medio-largo plazo del Banco Central Europeo. La inflación española ha cerrado provisionalmente en el 2,9%.
Trichet ha comentado que este repunte de la inflación durará los primeros meses de este año, pero previsiblemente se moderará conforme avance el tiempo. Los analistas son de la opinión que los tipos de interés no se modificarán en el corto plazo, por ahora.
No es esperable una subida de los tipos de interés, porque la incipiente recuperación económica de algunos países de la Unión es todavía demasiado frágil, y las presiones inflacionistas no han alcanzado un grado preocupante. De hecho, la inflación subyacente está situada por debajo del 2%, el objetivo del BCE.
Este es uno de los problemas de la política monetaria unificada: es marcada globalmente para la Unión Monetaria, y puede ser buena o mala para cada país dependiendo de su situación económica particular. Alemania, por ejemplo, está creciendo. Por contra, España sigue situada en la parte más dura de la crisis.
Un aumento de los tipos de interés puede ser conveniente para los países en crecimiento, pero significaría la puntilla para los países más débiles (España, entre otros), que sufrirían un incremento del coste de la financiación, un aumento de las dificultades y de los impagos de los prestatarios, particulares y empresas, y un agravamiento de la delicada salud de las entidades financieras.
Llegados a este punto podemos pensar, como ejercicio imaginativo, si los ciudadanos estarían de acuerdo en poner en marcha nuevos planes, aumentar los fondos de rescate al sistema financiero, etcétera. O, dicho de otra manera: ¿en qué preferimos gastarnos el dinero?
En el nacimiento de los diversos fondos de rescate, a nivel europeo y español, todavía no teníamos una idea exacta de qué era lo que estábamos haciendo. Recordemos que nada es gratis, por lo que la consecuencia de estos planes de rescate ha sido el aumento de los impuestos, disminuciones de sueldo, empeorar la jubilación...
Es posible que la ciudadanía haya comprendido que el Estado somos todos, que el dinero que se gasta hay que pagarlo finalmente y que los desequilibrios privados y públicos finalmente tienen consecuencias negativas. Si somos conscientes de esto, significaría que hemos aprendido la lección.
En este contexto, ¿cómo debemos entender que surja un nuevo gasto de varios cientos de miles de euros en las traducciones simultáneas en el Senado? ¿Hay alguien que prefiera pagar estas traducciones en vez de, por ejemplo, tener más paro, o jubilarse antes? Porque lo que nuestros políticos están haciendo es decidiendo por nosotros, y consideran que es mejor que alguien se jubile más tarde o que se le suban los impuestos para poder pagar traducciones simultáneas en el Senado. No es que podamos hacer mucho, pero ¡qué menos que ser conscientes!◆
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