El OTRO deporte
África Egido
Miércoles 22 de octubre de 2014
Existen dos sectores que últimamente se han convertido en extrañamente paralelos: el deporte y la música. En ambos, el que “juega” tropieza a menudo con el “vuelva usted mañana” cada vez que se acerca a un despacho a recoger el pago por su “arte”.
Si bien los unos comienzan a acostumbrarse al “este mes ya se cobrará”, los otros -entre concierto y concierto- llevan tiempo buceando entre quejumbres por el minúsculo porcentaje que les queda tras repartir ingresos entre compañías, mánagers, distribuidoras, editoriales, promotores y otros satélites de la industria.
Sin embargo, al contrario que en la música, en el deporte -entre no cobros y otros lamentos- triunfa el “aquí no pasa nada”, entonado para no desafinar una melodía construida en tres tempos que raramente abandonan su silencio: los medios de comunicación, que anhelan cobrar de este modo las deudas por parte de estos equipos; los aficionados, siempre alerta para no perder esos minutos de pasión de cada fin de semana; y los jugadores, a menudo multados o castigados por hablar más de la cuenta.
Todos saben quién paga y quién no, pero el deporte de segunda línea sigue inundándose del silencio de los por si acasos y de aspiraciones a tiempos mejores que quién sabe si llegarán. Será cuestión de fe... o de agarrarse a clavos ardiendo sobre un puñado de euros que nos desahoguen un poco. Ojalá muchos de los jugadores que hoy esperan en silencio puedan, como decía un Mariano José de Larra armado con la pluma de la atemporalidad, dar “gracias a que llegó por fin este mañana, que no es del todo malo; pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!”◆
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