Manada de toros de la ganadería francesa de Virgen María, uno de los hierros que puede llegar a funcionar tanto en Francia como en España. / Fotos: Campo Bravo
Los ganaderos de bravo franceses, animados por los resultados de dos corridas lidiadas en Vic Fezensac y Arles han puesto en marcha ‘Toros de Francia’, para potenciar su participación en la temporada gala
Miércoles 22 de octubre de 2014
La Francia taurina es un ejemplo para la fiesta en muchos aspectos. La brillante organización de sus ferias, el sano equilibrio entre la oferta y la demanda o la implicación de los ayuntamientos, los gobiernos regionales y los comercios y empresas locales, hacen que sus ferias y festejos gocen de buena salud.
Los franceses saben comprar el toro de saca en España. Lo pagan bien y exigen en consecuencia, siguiendo muy de cerca cada encierro desde su reseña en el campo hasta su desembarque en la plaza. En Bayona, en Dax, en Béziers o en Arles, se pueden ver grandes corridas de toros. Más terciadas y “comerciales” en Nîmes o en Mont-de-Marsan, sus plazas, ferias y festejos menores sirven a menudo de refugio para esas ganaderías duras en horas bajas que tienen difícil lidiar un pitón en España.
En este contexto, es lícito y legítimo que los criadores galos busquen vender mejor sus animales bravos en su propia tierra. Ven en esta nueva iniciativa una oportunidad para promocionar unos productos que a menudo no tienen otra salida que las tientas y fiestas privadas, las corridas en plazas menores con flojos carteles o, directamente, el matadero. Pero preguntémonos el porqué de su delicada situación.
Orígenes del toro bravo en Francia
No bastan un sano sentimiento patrio -tan absurdamente denostado, por otra parte, de este lado de los Pirineos- y una apasionada afición para criar un toro bravo. Aunque Francia tenga una larga tradición taurina y los primeros toros de lidia llegaran allí ya en 1869, observamos un gran rebujo en los orígenes de la mayoría de las cuarenta y dos ganaderías que se reúnen hoy en la Asociación de Criadores Franceses de Toros de Combate. Veintinueve hierros de la Camarga, siete en el Languedoc y seis en el Suroeste, ensayan improbables alquimias de murubes con santacolomas, parladés o guardiolas que, con muy pocas hectáreas, menos vacas, y contados sementales, tienen pocas probabilidades de éxito. Rara es la ganadería que cuenta con más de cincuenta vacas de vientre y dos sementales. Las más antiguas tienen en su procedencia algún animal de origen portugués, de cuando en la época de Franco llegaban encierros de Pinto Barreiros, Murteira o Vega Teixeira, quedándose los sobreros para padrear como sementales de exiguas puntas de vacas. Las demás, en las dos últimas décadas, han ido haciendo en su mayoría pequeñas importaciones de parladés. Animales que pertenecen sobre todo al hierro del Marqués de Domecq (con el que tantos éxitos obtuvo el torero colombiano César Rincón) y al de Jandilla por distintas vías, que han añadido en menor o mayor proporción a ganado de otros orígenes. También se ven vacas y sementales que proceden de ganaderías españolas devaluadas o en clara decadencia.
El vigor híbrido es un valor al que recurre el ganadero para potenciar los productos de una camada. Pero no se puede obviar el de la pureza racial y el de la calidad de ganaderías contrastadas como garantes de la bravura. En este tutti fruti de sangres, emergen y destacan por su calidad los productos de Núñez del Cuvillo que el empresario y ganadero de Béziers, Roberto Margé, cría hoy en las más de mil hectáreas que abarca su finca. No es casualidad que El Juli se apuntara sin ambages a una corrida de su ganadería, quedando esta, dentro de las francesas, como clara triunfadora en la temporada 2010.
El público y su concepto
La mejor comprensión del toreo llega a través de los sentidos. Por eso suelo preferir el espectador al aficionado. En Francia, el público tiene un marcado carácter festivo. Y eso es bueno. Pero cuando uno se detiene a escuchar a alguno de sus sesudos y leídos aficionados observa en general una tendencia al estereotipo o hacia referencias muy determinadas. Así, no es inusual verse enfrascado en largas disquisiciones sobre Luis Miguel, Curro Romero, Paco Ojeda, César Rincón o Chamaco, ateniéndose sobre todo a un muestrario de fechas y anécdotas, sin entrar a profundizar demasiado en las claves y matices de su toreo. A menudo me han señalado los toreros la lentitud con la que trasciende allí su obra, la fría distancia que separa el olé del lance.
En el otro extremo, el aficionado al toro-toro, sin demérito de su defensa de la variedad de encastes, es por lo general tan primario en Francia como en España en materia de bravura. En el país galo es todavía más participativo, e interviene mucho desde peñas y comisiones de festejos en la elección del ganado. Esto posibilita que haya empresas y ayuntamientos que apuesten por encierros de dudosa calidad. Sus plazas y festejos menores se convierten así en un refugio para ganaderías duras en horas bajas. Con carteles baratos, los toreros a tragar, los “toristas” felices y los gestores y ayuntamientos satisfechos de que lo estén y dejen de darles la lata.
La temporada de “Toros de Francia”
Por eso no es de extrañar que algunas empresas se hayan hecho eco de esta iniciativa abanderada bajo el lema “Toros de Francia”. El 3 de abril se lidiarán -alguien los lidiará- toros de Hubert Yonnet en Vergèze; el 9 los de Tardieu -mon dieu- en Saint-Martin; el 30 los marginados cebadas de Margé en Palavas; el 19 de junio algunos de Jalabert en Aire Sur L’adour; el 3 de julio los de Gallon en Eauze y el 27 de agosto los de L’ Astarac en Mimizan. Y como premio, la ganadería que lidie el mejor encierro podrá presentar su toros en la temporada de Arles 2012.
Que dios reparta suerte entre los toreros que las lidien y que el pastis endulce la indulgencia de los públicos.
El futuro
Viendo esta iniciativa desde un ángulo positivo, este ensayo puede servir para que los ganaderos franceses avancen y reflexionen sobre su futuro.
Porque Francia sabe defender su mercado ganadero en otros sectores. Pero la ganadería intensiva y la semiintesiva de manso, o la cría del toro camargués, distan enormemente de la exigencia que supone la búsqueda y sostenimiento de la bravura. En cuestiones sanitarias también son muy intransigentes. Y cerraron a cal y canto sus fronteras a los toros españoles cuando lo de la lengua azul, pero tampoco han sido capaces de evitar en su seno enfermedades como la tuberculosis y otras.
Para que el campo bravo francés mejore son necesarios, además de su tremenda afición y pasión, un mayor rigor en la selección del toro (origen de los productos y criba en la tienta), mayores inversiones (fincas y ganado) y mejor manejo (profesionales).
Grandes toreros como los galos Sebastián Castella y Juan Bautista pueden servirles como referencia para dar un nuevo impulso a su cabaña de bravo. Roberto Margé camina ya por la senda del triunfo. Y ganaderías como la de Virgen María, inscrita en la UCTL (la española Unión de Criadores de Toros de Lidia), se acercan también a esa posibilidad. Hay excepciones, sí. Pero, hoy por hoy y desde hace siglos, los mejores ganaderos de bravo del mundo, cuantitativa y cualitativamente, siguen siendo los españoles. Así son las cosas de momento.
Texto: Carlos Arévalo Nonclercq
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