OPINIÓN

El Escondite de Natalia

Miércoles 22 de octubre de 2014
Esta semana otro nuevo título de El Escondite de Natalia : Ladrón de almas

Ladrón de almas

Oyó unos pasos acercarse, dirigió la mirada a su víctima y se limpió las últimas gotas de sangre, con un movimiento rápido y brusco.

Se incorporó, deteniéndose un momento para admirar envidioso, la belleza de la muerte mientras, su frío corazón se encogía unos instantes fugaces.

Ladrón de sangre y de almas.

Seductor de inocentes y amante de los comienzos difíciles y de los finales tristes.

Eterno solitario, caballero negro, recorría el tiempo alimentándose de amor y pasión, que no retenía ni entendía, porque era incapaz de enamorarse.

Hermoso por fuera y vacío por dentro, admirado por las mujeres frívolas y de mentes huecas. Invencible en el juego del sexo y el deseo, robaba corazones para después coleccionarlos.

Sintió de pronto un insoportable y asfixiante calor, miró al cielo, y pudo ver cómo asomaba el sol, su eterno enemigo, que justiciero e implacable, desnudaba almas oscuras y desvelaba escondidos secretos.

Criatura de las sombras, ser de la oscuridad y las tinieblas, tuvo miedo y cubrió su rostro con un manto negro, para huir a su refugio, lejos de la luz .

Tumbado por fin en su lecho de muerte, cerró los ojos para descansar de la agotadora e incansable eternidad, por unas horas, abrazando por un momento el consolador descanso eterno.

Se despertó con el último rayo ya débil de sol, y sonrió aliviado mirando a la luna, que esa noche estaba llena, iluminando sutilmente a su compañera en el largo y arduo camino de odio e inmortalidad.

De pié juntó a él, la luz de la luna jugaba con su bello cuerpo, vestido solamente con una serpiente tatuada en la piel, y doradas cadenas que colgaban de su cintura y de su cuello.

Lilith lo miró altiva, con una mirada salvaje, llena de deseo, ya de antemano satisfecho.

Sonrió con una sonrisa confiada y dominante, y no le dejó incorporase.

Se agachó sobre él, y recorrió con los labios su cuerpo. Con sus largas uñas arañó suavemente su piel, dejando un rastro de sangre y placer, que luego chupó enloquecida.

Entregado, cerró los ojos para dejarse llevar por la húmeda sensualidad de sus femeninos labios.

Se detuvo para recrearse con su sumiso y obediente pene, que poco a poco, se hacía más y más grande, respondiendo involuntariamente a sus exigentes demandas.

Lo saboreó con ansiedad, bajando y subiendo la boca, mientras le miraba burlona a los ojos, bebiendo para alimentarse de su esencia, apropiándose de su inútil y estéril vida, engañándole para que pensara que a veces un vampiro puede tocar el cielo.

Su rojiza melena jugaba con la pálida piel de su cuerpo.

La serpiente cobraba vida, regalándole caricias engañosas y mentirosas, para llevarlo por sinuosos caminos de voluptuosa lujuria.

Satisfecha solamente cuando le sintió completamente sometido, se sentó encima de su boca, exigiendo una recompensa por haberle llevado de la mano al firmamento.

Su experta lengua la hizo llegar al orgasmo, una y otra vez, mientras ella mezclaba gemidos con enloquecidos gritos de placer.

Por fin saciada, derramó sobre su cara una lluvia cálida y dorada, marcándole para recordarle que era suyo, y lo sería siempre.

Lilith, una noche más, se marchó sin decir adiós, dejándolo vacío y solo, sin nada que le consolara, sin nadie a quién abrazar, para consolar su eterna e infinita soledad.

Sediento de vida y de muerte vio como desaparecía, dejando atrás solamente el sonido de una risa malvada y estridente.

Lleno de rencor y de odio, invadido por un llanto sin lágrimas, poseído por un dolor sin pena, fue a buscar a su siguiente víctima, pidiendo de antemano perdón, y rezando por su alma perdida e inexistente.

El Escondite de Natalia