La Opinión de Andrés Aberasturi
A.aberasturi
Andrés Aberasturi | Miércoles 22 de octubre de 2014
Al margen de los muy peculiares lecturas que cada partido ha hecho sobre sus resultados –siempre hay un remiendo para cualquier roto- algo debe cambiar en Europa porque las cifras están ahí: el nivel de participación en las elecciones ha venido cayendo de forma progresiva desde el 62 por ciento en la primera convocatoria de 1979 hasta el 43 por ciento de 2009 que se conserva, más o menos, al mismo nivel en esta nueva edición. SIGUE
Que casi 60 de cada cien europeos ni siquiera les interese votar, que haya más desinteresados que interesados por Europa, debe ser por lo menos algo sobre lo que reflexionar y sería cosa de pensar qué está pasando. Pero es que no son sólo los datos de participación -que en Eslovaquia baten todos records: ha votado el 13% de la población-, lo malo no es sólo ese dar la espalda creciente de todos que no viene a ser más que el resultado de un desengaño generalizado, lo verdaderamente alarmante es que en Gran Bretaña triunfen ya sin pudor los eurófobos (Gran Bretaña es desde siempre eurófoba), que en la Francia, ejemplo de tantas cosas, gane Le Pen o que en Gracia triunfe una izquierda radical y siga sin perder el ultraderechista Amanecer Dorado.
Podemos hacer los discursos que queramos y quedarnos anclados en la anécdota, echar la culpa a la crisis o empeñarnos en ver el vaso medio lleno. Da igual. Europa hoy camina sin rumbo y sin líderes y sólo el motor alemán impone su propio orden y no para salvarnos sino para salvarse. Esto no da más de sí pero nadie quiere darse cuenta de lo que está pasando y aun queda por pasar.
Todos pagaremos esa tremenda ceguera.
a.aberasturi
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