Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara
REDACCION | Miércoles 22 de octubre de 2014
El Papa Francisco acaba de regresar al Vaticano después de su peregrinación a Tierra Santa para conmemorar el cincuenta aniversario del histórico encuentro del Papa Pablo VI con el Patriarca Atenágoras. En esta ocasión, el Santo Padre mantuvo un encuentro de oración con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla y con representantes de otras Iglesias cristianas para pedir por la paz, para redescubrir las raíces de la fe cristiana y para profundizar en la búsqueda de la comunión eclesial. SIGUE
En íntima conexión con este encuentro eclesial y con este testimonio de fe en el único Señor, el Papa Francisco, en otras manifestaciones públicas, se mostró profundamente conmovido por los dramas y las heridas de tantas víctimas inocentes de la guerra y de los conflictos que aún permanecen abiertos en distintos países de Oriente Medio.
En todo momento mostró especial preocupación por la suerte de los enfermos y de los niños, así como el trato que éstos están recibiendo. Al hacer mención al sufrimiento de los niños y al trato que están recibiendo, el Papa dejó en el aire una pregunta que debería encontrar rápida respuesta, no sólo en Oriente Medio, sino en todos los países de la tierra: “¿Somos como María y José o como Herodes ante los niños que sufren?.
Desde la mirada contemplativa de las palabras y de la actuación del Señor, que recorrió aquella bendita tierra haciendo el bien a todos y curando las heridas de sus hermanos, el Santo Padre pidió con energía el cese de la violencia y el respeto a los derechos humanos, exigió garantías para quienes sufren y animó a los responsables políticos a buscar caminos de negociación, de diálogo, de moderación y de comprensión ante quienes padecen los efectos de la violencia, puesto que la utilización de las armas no puede ser nunca solución de los problemas.
Consciente de que no bastan las palabras para resolver los problemas de la guerra y de la violencia, sino que es necesaria la actuación de Dios en el corazón de las personas para superar los odios, las divisiones y los rencores entre los miembros de la única familia humana, el Papa pidió al Señor por la conversión de los violentos, por quienes tienen proyectos de guerra y por los que fabrican y venden armas.
Ante la emergencia humanitaria provocada por la llegada de importantes grupos de refugiados, especialmente a Jordania, el Sucesor de Pedro solicitó el incremento de la colaboración internacional para colaborar con el gobierno y el pueblo jordano. Y, al contemplar con sus ojos las dificultades existentes para el logro de una paz estable y definitiva entre judíos y palestinos, invitó a sus Presidentes a un encuentro en el Vaticano para orar juntos por la paz. En un gesto sin precedentes, oró por la caída del muro construido por el estado de Israel que impide la comunicación entre las personas, la normal relación entre las familias y la construcción de una paz estable.
Durante los próximos días habrá distintas valoraciones en los medios de comunicación sobre esta importante peregrinación del Papa. Aunque solamente Dios conoce verdaderamente el alcance espiritual, político y humanitario de este viaje y los frutos del mismo, sin embargo todos debemos seguir orando para que cese la violencia en el mundo, para que reconforte a quienes sufren y para que fortalezca la mente y los corazones de quienes están tendiendo puentes para la consecución de la paz.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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