Miércoles 22 de octubre de 2014
Zapatero ha tenido en cuenta que es un lastre para su partido, pero no le importa seguir siéndolo para España. Por eso, es el PSOE el que echa a Zapatero de la candidatura socialista, no solo la crisis. Es el temor de los barones socialistas a empezar la campaña electoral para los comicios del 22 de mayo con la losa de un presidente rechazado por la opinión pública y descalificado por los resultados de su gestión.
Pero si el PSOE ha resuelto en parte su problema —solo en parte, porque ahora tiene ante sí un proceso de primarias, o un congreso extraordinario, carente de referencias de autoridad en el legado que deja Zapatero—, agrava el de España. El vecino Portugal, como antes Irlanda, demuestra que unas elecciones anticipadas no perjudican los procesos de reformas contra la crisis. Menos aún si estos no están dando los resultados esperados. El último informe del Banco de España empeora los pronósticos del Gobierno sobre empleo y crecimiento para 2011 y 2012. Es evidente que Zapatero no anuncia la convocatoria de elecciones anticipadas, más allá de los condicionantes legales, porque sabe, y el PSOE también, que sería una debacle para su partido. Nuevamente se demuestra que el único valor político que retiene Zapatero es la potestad para proponer la disolución del Parlamento.
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