Organizado por la asociación doncelina El Mundillo, han participado más de 170 hilanderas venidas de las provincias de Madrid, Soria, Teruel, Zaragoza y, naturalmente, de Guadalajara.
REDACCION | Miércoles 22 de octubre de 2014
Más de 170 encajeras venidas de las provincias de Madrid, Soria, Zaragoza, Teruel y naturalmente Guadalajara, han aprovechado el frescor del parque de la Alameda para congregarse en el XI Encuentro de Encajeras de Sigüenza. SIGUE
El evento lo ha organizado la Asociación El Mundillo de Sigüenza. A partir de las seis de la mañana, empezaba una jornada llena de trabajo para las socias. Pasadas las nueve y media de la mañana, llegaban los grupos más madrugadores de artesanas. A las once, todas trabajaban en sus sillas y mesas. También desde esa hora, las doncelinas, como anfitrionas, repartían el desayuno entre las asistentes. Su sustancia principal eran este año los seguntinos, unos dulces de bizcocho con crema intercalada, rematados con almendras.
Además de las artesanas, hubo hasta ocho puestos especializados en el mundo de los bolillos acompañando el Encuentro. La presidenta de la Asociación, Leo Navarro, resumía la esencia de estas convocatorias, y también de la de Sigüenza: “Vemos labores diferentes, compartimos patrones, y profundizamos la amistad que nos une a otros grupos, después de coincidir con ellos en diferentes encuentros y de invitarlas al nuestro”, dice. Igualmente por cortesía de las doncelinas, cada participante recibió un “alfilercito para el encaje, y un alfiletero para llevarlo en el bolso”, terminaba Leo.
Algunos grupos de Encajeras, como los de Iriepal o San Lorenzo de El Escorial, han participado en todos los encuentros seguntinos. Otros, como los venidos de Teruel, eran nuevos en la ciudad del Doncel.
Raquel García de la Rosa es la monitora que imparte clases de encaje en un Centro de Día de aquella localidad madrileña. “Mientras hacemos bolillos, lo compartimos todo: las labores, los patrones y los guisos. Los maridos no, porque eso es sagrado, pero lo demás, todo”, decía con guasa la madrileña. Las encajaras escurialenses acuden a unos diez encuentros al año. “La clave del encaje es la paciencia y la habilidad. Además, viene muy bien para ejercitar la memoria”, decía.
Otro grupo que no ha fallado en ninguna de las ediciones seguntinas es el de Alcobendas. “Es de los encuentros más recomendados, porque está bien organizado, y se trabaja muy a gusto, a la sombra y fresquito”, explicaba Carmen Valbuena, una de sus integrantes. Las alcobendenses se caracterizan por el colorido de sus composiciones, que llaman mucho la atención entre el resto de las artesanas. Recorren algunos de los encuentros más concurridos de las provincias de Guadalajara y Toledo, y todas son alumnas de Carolina Roca.
También el grupo de Iriepal ha estado presente en todos los encuentros de la ciudad. “El encaje es más fácil de lo que parece. Es seguir un patrón, solo hay que saber girar y cruzar”, decía con modestia no fingida esta mañana Teresa Ramos. La hilandera coincidía con sus compañeras en que lo mejor de los encuentros es “el ambiente y lo bien que nos tratan donde vamos”. Las piezas que hacen suelen terminar “en casa de hijos y nietos”, pero que ahora el encaje de bolillos “está de moda para que lo luzcan las novias”, se congratulaba.
Después de terminar el intercambio de labores, cien de las participantes han comido juntas en el restaurante El Motor. El alcalde de Sigüenza, José Manuel Latre, se acercó a la Alameda a dar la bienvenida a las artesanas. Allí agradeció “el esfuerzo de organización que hace la Asociación El Mundillo” y deseó a las participantes “una estupenda jornada de trabajo y convivencia”. También estuvo presente Charo Toro, concejala de Bienestar Social, cuya familia, y ella misma, atesoran una larga tradición artesanal en el gremio de las alfombras. La concejala destacó la raigambre “de los muchos oficios artesanos que se conserven en nuestra ciudad”.
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