OPINIÓN

Canarias independiente

Así lo ve y lo escribe Joaquín Abad

Miércoles 22 de octubre de 2014
Era lo que faltaba. Que también las Islas Canarias se consideraran territorio independiente de España. Y todo porque quieren seguir lavando platos, haciendo camas y limpiando las habitaciones de los millones de turistas que, por ahora, son la principal fuente de riqueza del archipiélago, aunque claro, no da para tanto y por eso un tercio de los canarios está condenado a continuar en el paro con la política de avestruz del presidente de Coalición Canaria, Paulino Rivero. SIGUE

Y es que parece que en España estamos sembrados de independentistas que todo lo arreglarían saliéndose de la madre patria, que por ahora sufraga su fracaso a la hora de convertir las islas en un centro industrial, que no sólo haga ricos a los caciques que de toda la vida han sido los dueños de las tierras, el agua y las empresas del archipiélago.

A lo mejor la jugada de Paulino Rivero es más astuta de lo que parece. Con el cuento de que el gobierno de Madrid les pone en peligro autorizando a Repsol las prospecciones petrolíferas en sus aguas, se tira al monte y logra, como sea, el milagro de que se independice. Una vez territorio soberano, como en Noruega, explota los yacimientos y se vuelven los más ricos del mundo. Con enseñanza gratis y becas para todos los estudiantes, medicina gratis total, infraestructuras de primera, y energía gratis para los canarios.

O la otra posibilidad, esta más lógica dada la catadura moral de los políticos canarios, que se venden sin escrúpulos, es que el vecino país, Marruecos, les haya sobornado, con muchos millones, para que se opongan y consigan que España abandone el proyecto y sean ellos quienes exploten el petróleo de esa parte del Atlántico. Como todo el mundo conoce, Marruecos paga muy bien a los traidores. Incluso al entonces presidente del gobierno, Felipe González, Hassán II le regaló una mansión que ahora venderá a un jeque árabe. Lo que no sabemos es a cambio de qué el rey moro regaló la villa de Tánger, en Jbila, primera línea de playa, valorada en varios millones de euros. Y fue a cambio de algo.

Porque no se creerán que con el sueldo de expresidente y dietas de Gas Natural Felipe González pueda llevar el nivel de vida que se conoce, viajar en jet privado por medio mundo, mantener varias mansiones de lujo... Algo no concuerda. Pero ya se sabe, los signos externos de los políticos sólo dan la voz de alarma cuando dejan de ser útiles al sistema. Como ha pasado con Jordi Pujol.

Joaquín Abad

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