La columna de Economía de Arturo García
Miércoles 22 de octubre de 2014
El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda del nazismo. Entre los principios de la propaganda que tan eficazmente impulsó se pueden citar los siguientes. Principio de simplificación y del enemigo único: adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. Principio de la vulgarización: toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación: la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
Principio de la unanimidad: llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
Una vez asimilado lo anterior, podremos comprender las siguientes afirmaciones repetidas una y otra vez. La primera: el culpable de la quiebra de Grecia son la Unión Europea y el FMI. La segunda: las medidas que han impuesto la Unión Europea y el FMI ahondan la crisis griega haciendo que su economía se recupere más tarde.
Esto es aplicable a Grecia, Irlanda, Portugal, y en España también se repite una y otra vez.
Les aseguro que en los medios de comunicación internacionales lo anterior a duras penas se puede encontrar, no como en los medios de comunicación españoles, donde es habitual.
Contra la primera afirmación basta decir que si Grecia está quebrada es porque se piensa que no podrá hacer frente a sus compromisos de pago (esa es la definición de quiebra), y el principal culpable son los gobiernos de ese país. Evidentemente, no son los únicos responsables, pero sin ninguna duda lideran la clasificación de la responsabilidad.
Igualmente, si España llega a estar quebrada, o alguna autonomía o ciudad lo está, los principales responsables serán sus gobiernos y consistorios.
Contra la segunda afirmación, basta con recordar cuáles son las medidas que imponen la UE y el FMI como contrapartida para conceder los rescates, es decir para prestar dinero a un país al que nadie presta a un tipo de interés que es la mitad del de mercado: reducir los gastos e incrementar los ingresos. Esto, evidentemente, es perjudicial para el país, pero la otra alternativa es peor: seguir adelante con los gastos hasta la quiebra total y absoluta de la economía nacional.
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