Así lo ve y escribe Joaquín Abad
Hace pocos años el patrón de una gran empresa andorrana, concesionario de vehículos de lujo, ya muy anciano, claro, apareció muerto en un cerro. El detalle es que sus muñecas estaban atadas con alambres
Martes 17 de marzo de 2015
Se dice, es la pura realidad, que todas las grandes fortunas, los banqueros, tienen un origen criminal: Contrabando de alcohol en los Estados Unidos, mafias que en tercera generación son totalmente legales, etc. Los orígenes de las grandes fortunas del vecino país andorrano es mas siniestro aún. Aquellos poblados en el mismo Pirineo, frontera natural entre España y Francia, vivían de la agricultura y de la ganadería. Pero muy pobremente. Y por supuesto, del contrabando.
Y con la guerra civil española y luego con la Segunda Guerra Mundial les tocó la lotería. A los pastores les llegaban peticiones de familias que huían de la guerra en España y marchaban a Francia con todos sus alhajas, ahorros, cubiertos de plata, en la maleta. Por supuesto, los pastores se ofrecieron de guías para llevarlos al otro lado de la frontera, a salvo de sus perseguidores. Durante la Segunda Guerra Mundial cientos de judíos, también con sus riquezas en la maleta, oro, brillantes, etc, solicitaban los servicios de los guías andorranos para llegar a España donde se les prometía refugio frente al dominio nazi.
Algunos de esos guías se hicieron ricos. Riquísimos. Las grandes fortunas actuales de Andorra son nietos de esos pastores, de esos guías, que en muchos casos se quedaron con las riquezas de los judíos que les contrataban. Todos los años, tras el deshielo, aparece algún que otro cadáver en los pasos de montaña. Cadáveres con las muñecas atadas con alambres abandonados a su suerte hace setenta años... Sus descendientes, sí, descendientes de auténticos criminales, son los que ahora lideran la banca andorrana, así como las grandes empresas concesionarias de lujosas marcas de vehículos, instalaciones hoteleras, etc.
Es la historia siniestra de un pueblo de contrabandistas cuya verdad de esconde. Cada vez que aparecen nuevos cadáveres, se entierran en el mayor secreto para que la opinión pública viva ignorante de su pasado. Pero en el fondo siguen por la senda fácil del enriquecimiento. Contrabando, lavado de capitales de la mafia rusa... Lavado de dinero negro de políticos catalanes, si, de los Pujol, por ejemplo, es lo habitual.
Hace pocos años el patrón de una gran empresa andorrana, concesionario de vehículos de lujo, ya muy anciano, claro, apareció muerto en un cerro. El detalle es que sus muñecas estaban atadas con alambres, igual que hace setenta años él hacía con sus víctimas. Los descendientes de algún judío que murió cuando huyendo del nazismo trató de cruzar el Pirineo para llegar a España debieron investigar hasta dar con el guía.
Joaquín Abad
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