OPINIÓN

Carta semanal del obispo: Destinados a proclamar las grandezas del Señor

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara

Martes 19 de enero de 2016
El día 25 de enero concluye el octavario de oración por la unidad de los cristianos. Si cada día del año hemos de elevar nuestra oración al Padre celestial por la unidad de todos sus hijos, durante la celebración del octavario nos unimos en la oración a los hermanos de otras Iglesias o comunidades cristianas para pedir a Dios que esta unidad entre todos se haga efectiva, eficaz y duradera.

Con el lema “Destinados a proclamar las grandezas del Señor”, elegido para la celebración de la semana de la unidad de este año, se nos invita a todos los creyentes de las distintas Iglesias cristianas a profundizar en la misma fe, a vivir la caridad y a dar público testimonio de las maravillas que el Señor realiza en nuestras vidas.

Movido por estos sentimientos, el papa Francisco, desde los primeros momentos de su pontificado, no sólo ha realizado gestos significativos para impulsar el diálogo con los líderes de otras religiones como medio necesario para el logro de una convivencia pacífica entre todos los pueblos de la tierra, sino que ha manifestado también su preocupación por la urgencia de la unidad entre todos los cristianos como camino a recorrer para favorecer la evangelización.

Sin duda, la credibilidad del anuncio evangélico sería mucho mayor y más eficaz, si los cristianos superásemos las divisiones existentes entre nosotros. Como nos recuerda el Concilio Vaticano II, con la consecución de la unidad, la Iglesia podría realizar la plenitud de la catolicidad que le es propia, en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión” (Decreto sobre el ecumenismo, n. 4).

La búsqueda de caminos de unidad por parte de los cristianos es más urgente en estos momentos, si pensamos en los millones de personas que aún no han descubierto a Jesucristo y tienen derecho a conocerlo como plenitud de sentido para sus vidas. En este sentido, la búsqueda sincera de la unidad entre los cristianos no puede ser nunca un cumplimiento forzado, sino un camino ineludible para el impulso de la evangelización.

Además, no deberíamos olvidar nunca que los signos y manifestaciones de división entre los hijos de un mismo Padre, especialmente en aquellos países que, en estos momentos, ya están divididos y enfrentados por la violencia, en vez de favorecer la consecución de la convivencia pacífica, agregan más motivos de conflicto y de división.

Si creemos de verdad en la actuación del Espíritu Santo en la Iglesia y en el corazón de cada persona, deberíamos estar mucho más atentos al testimonio de los demás para aprender unos de otros. La respuesta generosa a la acción del Espíritu nos ayudará a todos a progresar en la búsqueda del bien más grande para todos y nos permitirá avanzar con decisión hacia la consecución de la verdad.

En estos tiempos, en los que tantos cristianos sufren en sus carnes los efectos de la violencia y de la persecución a causa de su fe, elevemos nuestra oración al Padre celestial por la plena unidad de todos los cristianos y pidamos también por la paz en el mundo, por quienes sufren los zarpazos del terrorismo y por la conversión de quienes, arrastrados por el odio y el fanatismo religioso, practican la violencia contra sus hermanos.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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