Se ve con ministros, espías y víctimas de crímenes. No es reina de nada, dice, salvo “de las ojeras”. Lleva diez años en Espejo público y ahora está pasando Dos días y una noche con artistas y políticos. Susanna Griso es despistada, exigente y cariñosa. Lectora de Delibes y de Interviú, se llevaría a una cena a tres a la reina Letizia con la princesa Corinna, y no tendría miedo de dejar a sus hijos una noche en casa de los Pujol, “porque siempre han cuidado bien de la familia”. ¿Cuál fue el primer tropezón que dio como becaria o una historia que cubrió y en la que se equivocó? Yo tenía una timidez patológica. Era una pesadilla para mí aparecer en público. No soportaba salir a la pizarra en clase, por ejemplo. La televisión ha sido una terapia. Y en cuanto a mis principios como periodista, no sé si fue la primera, pero sí de las primeras tareas que me encargaron. Me mandaron entrevistar a Duran i Lleida y yo apenas sabía que era un señor calvo, no le ponía cara. Cuando llegué al lugar de la cita, me fui directa a entrevistar al señor de seguridad, que tampoco tenía pelo. Duran estaba muy cerca de allí, muerto de risa, hasta que me explicaron lo que ocurría. Su hija dijo de usted que encendía las estrellas y su hijo rectifica a Wikipedia para que no sea injusta con usted. Mi hija Mireia es muy poeta. Cuando era más jovencita, dijo aquello de que yo era capaz de frenar el viento y encender las estrellas, sí. Ahora es preadolescente y ya no cree que su madre tenga esos poderes sobrenaturales. Y mi hijo Jan, sí, entra en Wikipedia y lo edita: me cambia alguna foto porque dice que estoy fea, incluso corrigió un dato que decía que me ponía diez años más de los que tengo. Mis hijos invaden mis terrenos, me meten en grupos de Whatsapp, no tienen móvil todavía y usan el mío. Su nuevo programa, Dos días y una noche, rompe un poco con su dinámica de los últimos años enEspejo público. Sí. Tiene un punto de estriptis personal, me expongo mucho. Llevo haciendo tres horas y media en directo desde hace diez años en Espejo público, pero el reto de este programa es que me quito el traje de periodista y convivo con el entrevistado. A veces me entra cierto vértigo, pero si les pides que te hablen de sus parcelas más íntimas, es justo corresponderles. Tiene fama de trabajar bien en equipo, de pelear por su gente, incluso de haber evitado algún despido. Creo que trabajo bien en equipo, me gusta fomentar la concordia, aunque suene cursi. Se me da bien escuchar, soy la pequeña de siete hermanos y aprendí a escuchar en las reuniones familiares, con los amigos jipiosos de mis hermanos mayores. Yo estaba allí y siempre tenía la parabólica puesta. Me interesa más lo que me cuentan que lo que yo tengo que decir. Ha tenido episodios digamos curiosos con algunos políticos: en el PP dicen que Arias Cañete se dejó dos escaños en el Parlamento Europeo con aquella reflexión machista sobre no mostrar la superioridad del hombre sobre la mujer en un debate… La primera vez que lo dijo pensé que se daría cuenta de su error y le di la oportunidad de matizarlo. Lo repitió. Y hubo un ministro de Hacienda con fama de tener el corazón muy frío que se inclinó a besarle la mano en directo. Lo había olvidado. Cristóbal Montoro; parece que el Gargamel de la crisis también tiene sus momentos de galantería. Lee la entrevista completa a Susanna Griso en nuestra edición PDF.
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