En la noche del 30 de abril al 1 de mayo, la rondalla de Pastrana canta los mayos a la Virgen y a las mozas en la plaza del Ayuntamiento, para después iniciar la ronda por las ocho cruces que los barrios de la villa ducal tejen, con cruces y reliquias religiosas como motivos principales, en fachadas emblemáticas de calles o plazas. El primero de mayo, los vecinos de cada parroquia comparten la alegría del mes de las flores en torno a su cruz, comiendo y cenando en plena calle, y cepillan el traje a los fora
REDACCION | Jueves 28 de abril de 2016
La villa ducal vivirá, la noche del 30 de abril y el día primero de mayo, una de las tradiciones más bonitas del año, y eso en Pastrana es mucho decir: la fiesta de las Cruces de Mayo, declarada de Interés Turístico Provincial.
Es costumbre que sean los Dulzaineros de Guadalajara, a partir de las once y media de la noche del día 30 de abril, quienes caldeen el ambiente por los barrios de la localidad. En la misma Plaza del Ayuntamiento, y el escenario, colocado sobre el esconce que hace la calle, lo presidirá una bonita talla de la Inmaculada, “de la Virgen María o flor de las flores”, explica Emilio Esteban, párroco local. Los integrantes de la rondalla de Pastrana subirán a ese escenario para cantar los mayos a la Virgen, y después a las mozas. Además de la propia celebración de los Mayos, la efeméride llega cargada de significado, puesto que el 30 de abril, es el día de San Pío V, el papa que le concedió a al I Duque de Pastrana, Ruy Gómez de Silva, la conversión de la iglesia parroquial en colegiata.
Seguidamente, y cuando el reloj, precisamente de la Colegiata dé las doce, la rondalla, que integran pastraneros y pastraneras de todas las edades, cantará los “Mayos a la Virgen”, cuya letra y música son de origen desconocido. Son los mismos que se han cantado siempre en la villa ducal, llegados hasta nuestros días transmitidos de padres a hijos por tradición oral. Actualmente se interpretan con sólo unas leves correcciones de lenguaje, bastardeado con el correr el tiempo, y con el añadido de la estrofa número 22, de los “Mayos a las Mozas”. El autor de estos últimos es el que fuera cronista de Pastrana y gran estudioso de temas pastraneros, Francisco de Cortijo (1910-1992). “Prosigamos muy gustosos/que la licencia tenemos,/ y cantaremos el Mayo/a la Reina de los Cielos”, dice una de las seguidillas de los cánticos que la rondalla dedica a la Virgen. “Vino fin de abril/floreciendo a mayo/con verdes pimpollos/blancos y encarnados”, canta otra, en esta ocasión dedicada a las mozas.
Cuando termina la interpretación de unos y otros Mayos, la rondalla cambia de las seguidillas a las jotas, así como también lo hace el tono calmado y sereno de las coplas por la chispa y el humor de los versos inventados por el pueblo de Pastrana. Cantan jóvenes y mayores. Para terminar los Mayos, el Ayuntamiento invita a los presentes a bollos, rosquillas y limonada, allí mismo, en la Plaza.
En la villa ducal, el canto de los mayos está unido a la celebración del Día de la Cruz, que en realidad corresponde exactamente el día 3 de mayo. Según la tradición católica, Santa Elena, que era la madre del emperador romano Constantino, viajó a Tierra Santa para buscar la Cruz de Cristo, propósito que logró, después de excavar la tierra del Monte Calvario en una de las colinas cercanas a la ciudad de Jerusalén. Allí se descubrieron tres cruces, las de los ladrones Gestas y Dimas que acompañaron en su martirio a Jesús, y también la de Jesús. Fue la de Cristo la que obró el milagro de curar a un enfermo. Desde entonces, fueron muchos los peregrinos que, llegados a ciudad santa, se llevaron como reliquia un trocito de aquella cruz, o lignum crucis. En la Colegiata de Pastrana se conservan varios pequeños fragmentos en torno a los que, desde tiempo inmemorial, la villa ducal celebra la Fiesta de las Cruces de Mayo.
Cuando termina la actuación rondalla, a eso de la una de la madrugada, se inicia el recorrido por las ocho cruces de mayo que elaboran previamente los diferentes barrios del pueblo con cruces y reliquias religiosas como motivos principales, que son adornados con rosas y hojas de la primavera floreciente.
La ronda la preceden los Dulzaineros de Guadalajara y autoridades. La visita empieza por la de la Plaza del Heruelo, sigue por la del barrio de Las Monjas, Placituela del Altozano, Calle de Los Rojos, Plaza del Pilarejo o la Plaza de la Iglesia, calles del Viento, Albaicín y Fuenperemnal.
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