Revista de Prensa
REDACCION | Miércoles 22 de octubre de 2014
Recorrió su silueta con la mirada, mostró su sonrisa más pícara, se mordió el labio inferior... Pero ninguno de sus gestos surtió efecto hasta que deslizó el pie por su entrepierna. Porque hay personas que no se pueden resistir a las caricias de los pies. Algunos expertos, de hecho, consideran que entre las prácticas sexuales que se realizan una de las más socorridas es la de lamerlos. Es más, existe una postura similar al 69, en la que, en lugar de chuparse los genitales, la pareja se chupa los pies. Incluso hay quienes van más allá y los utilizan para masturbar a su pareja. Porque existen puntos clave que pueden excitar. Isabel Ávila, reflexóloga de Madrid explica que «el área en torno a la zona baja de los tobillos y la de la almohadilla del talón del pie son puntos a tratar». Una técnica que también puede utilizarse, por muy raro que parezca, para lo contrario, esto es, inhibir el deseo. «Por ejemplo, hace tiempo, en las residencias o instituciones en las que convivían personas con deficiencia mental (algunas de las cuales tienen un deseo sexual exacerbado) se enseñaba a los profesionales que los cuidaban los puntos del pie que debían trabajar para inhibir ese deseo», señala Ávila. SIGUE
Gracias a esta ciencia oriental, además de estimular sexualmente, se pueden tratar ciertos problemas, «como no llegar al orgasmo o bien la pérdida de la libido tras la menopausia».
Pero hay que tener cuidado, ya que «si se activa demasiado ese punto puede crear un desequilibrio y en consecuencia una sobreexcitación sexual que no es beneficiosa», puntualiza la experta. Lo recomendable es, por tanto, poner en práctica estos «tocamientos» antes de la relación sexual.
Para gustos...
Las preferencias varían. A unos les agradan las uñas pintadas, otros se centran en el dedo gordo, hay quien disfruta contemplándolos descalzos... Otras veces es simplemente aquello que los viste. Y es que algunas perversiones son visuales, como los tacones de aguja, el negro brillante. Por otro lado, también las hay olfativas, como el olor de la piel, del cuero del zapato y también el tacto de distintos materiales: charol, piel, etc.
El erotismo parece no tener límites. La sexóloga Inmaculada Fernández explica que «las zonas de representación somatosensorial de los pies y los genitales están muy cerca en el cerebro, de tal manera que se han descrito miembros fantasma en pies amputados que transmitían la sensación de orgasmo desde los pies y los genitales al mismo tiempo al cerebro».