En el auditorio de El Pósito, a partir de las 20 horas de la tarde. Entrada gratuita
REDACCION | Viernes 24 de junio de 2016
Mañana viernes, la iniciativa Vive la Opera en Sigüenza va a proyectar 'Carmen' de Georges Bizet. Será en el Auditorio de El Pósito, a partir de las 20:00 horas de la tarde, y estará prologada y epilogada por la intervención de Zoila Paradela, gran aficionada al género y promotora de una iniciativa que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Sigüenza.
Con libreto de Henri Meilhac y Lodovic Halévy sobre una narración de Prosper Mérimée. Es, sin duda, una de las óperas más famosas de la historia del género. Su enorme popularidad se acompaña de la admiración de los mejores críticos, músicos y artistas desde poco después de su estreno en la Opéra Comique de París en el año 1875. Es famoso el reconocimiento pronto demostrado por Wagner y Nietzsche. 'Carmen' la han interpretado las grandes figuras de la lírica internacional, y además de una discografía y un número de grabaciones extraordinarios, se han realizado con ella más de veinte filmes (entre 1907 y 2005), con directores de la talla de Lubitsch, Vidor, Preminger, Saura, Rosi o Peter Brook. Asimismo ha sido adaptada por numerosas compañías de teatro y de ballet clásico y español. Se trata de una opéra comique, género muy popular en el París de la época, pero su contenido trágico le da una nueva dimensión.
Puede decirse de 'Carmen' que es la más española de las óperas, y a la vez la más francesa. Una obra que contiene todos los tópicos hispanos –la gitana, el torero, los contrabandistas…- y que, gracias a una música absolutamente genial, ha traspasado las fronteras territoriales para convertirse en un mito de alcance universal, con Don Juan o Fausto. Pero 'Carmen' ha sido muy mal comprendida, tanto por quienes se sintieron escandalizados por la modernidad del personaje, una mujer muy segura de sí misma y que ama la libertad por encima de todo, hasta el punto de desafiar a la muerte para conservarla, como por quienes han visto en ella una mujer fatal. Es, por lo tanto, uno de los papeles más complejos del repertorio, y han sido muy pocas las cantantes que han sabido encontrar ese difícil punto medio, sin caer en un exceso de refinamiento o en la vulgaridad.
Antes de empezar a hablar de la ópera, tenemos que mencionar a un curioso personaje como Prosper Mérimée (París, 1803 – Cannes, 1870), escritor, historiador y arqueólogo, que estudió derecho y varias lenguas como el griego, el árabe, el inglés y el ruso, siendo uno de los primeros traductores de numerosos libros de esta lengua al francés. Le gustaba el misticismo, la historia y lo oculto. Estuvo muy influido por las historias de ficción historicista popularizadas por Sir Walter Scott y los dramas psicológicos de Alexander Pushkin. A menudo sus relatos están llenos de misterio y tienen lugar en países exóticos como era entonces España, adonde viajó en numerosas ocasiones, dejando testimonio escrito en cartas y artículos de costumbres, y donde hizo numerosos amigos y tuvo varias amantes. Entabló una gran amistad con la Condesa de Montijo, y cuando la hija de ésta, Eugenia, se convirtió en la emperatriz de Francia al casarse con Napoleón III, Mérimée fue nombrado senador.
'Carmen' (1845) es una historia de amor y de sangre que transcurre en España. El autor finge haber conocido al héroe, el bandido don José, y a la gitana Carmen, su amante. Don José, en prisión luego de haber sido arrestado, le habría contado cómo Carmen labró su desgracia, arrastrándolo al mal con una autoridad diabólica. Siendo soldado, desertó por ella y se hizo contrabandista, asaltante de caminos y finalmente asesino, llegando a matar por celos.
Al leer la novela de Mérimée, Bizet quedó absolutamente subyugado por el personaje protagonista. En la novela, Carmen es ladrona, embustera, asesina, y vive en la miseria de una vida cotidiana presidida por la tragedia de una España descrita con caracteres violentos y colores fuertes (aunque no exenta de ironía) que, después, el libreto de Meilhac y Halévy edulcora bastante, dando a la obra un cierto tono de opereta en algunos aspectos, sobre todo en las figuras de los simpáticos contrabandistas. Sin embargo, el talento de Bizet logra traducir con una música de extraordinaria originalidad lo que han banalizado los libretistas.
En este mismo contexto se sitúa el personaje de Micaela, que determina el respeto de la tradición romántica dentro de la ópera, y está totalmente ausente en la novela. Esta joven navarra, capaz de atravesar la peligrosa geografía hispana en busca de su amado, aporta la pureza, frescura e ingenuidad, en contraste con el personaje de Carmen, cargado de sensualidad, pecado y vicio.
Son números típicos de la opéra comique las intervenciones de los pilluelos (“Avec la garde montante”), la entrada de las cigarreras (“La cloche a sonné”), los cuplés de Escamillo (“Votre toast…”) el quinteto de los contrabandistas (“Nous avons en tête una affaire”) –este último de una endiablada dificultad de ejecución por sus constantes cambios de ritmo-, o el dúo de Frasquita y Mercédès (“Mêlons! Coupons!”).
La Obertura contiene los tres temas principales de la ópera: la corrida de toros (durante la cual, en la última escena, Carmen morirá), el torero (la causa del delito de don José) y el destino, que, a modo de leitmotiv, recorre toda la ópera. Ya la entrada de Carmen hace que la partitura encuentre toda su originalidad. En un primer momento, Bizet había compuesto otra aria, que la primera intérprete del personaje, Célestine Galli-Marié, se negó a cantar, siendo sustituida con absoluto acierto por una Habanera extraída de una recopilación del español Sebastián Iradier de 1864, titulada El arreglito (“L’amour est un oiseau rebelle”).
Carmen arroja la flor a don José, que, como dice Mérimée, produce “el efecto de una bala”. El segundo encuentro entre ambos es aún más intenso, con una Seguidilla de ritmo y color españoles, aunque totalmente original de Bizet, llena de provocadora sensualidad (“Près des remparts de Séville”). En la Canción bohemia (“Les tringles des sistres tintaient”), Carmen se divierte en la taberna de Lilas Pastia viendo bailar y bailando ella misma con sus amigas Frasquita y Mercedes. El torbellino de la danza alcanza su clímax en un crescendo orquestal.
Cuando don José, que ha salido de la prisión, viene a reunirse con ella, la gitana exhibirá su propio cuerpo como objeto de seducción en una página de sofocante erotismo (“Je vais danser en votre honneur”). Cuando Carmen le reprocha que no la ama, don José le responderá con el momento más intimista de la ópera, el tema de la flor, donde recuerda su primer encuentro (“La fleur que tu m’avais jetée”).
Don José seguirá a Carmen en un camino que les llevará a ambos a la perdición, como le han anticipado las cartas en el pasaje más dramático de la obra, donde la voz de Carmen adquiere unos tintes oscuros, fatalistas (“Carreau, pique!”). Los dos se enfrentarán cara a cara en el dúo final (“C’est toi? C’est moi”) mientras el torero triunfa en la plaza. Amor, fiesta y muerte, indisolublemente unidos para siempre en esta escena, que constituye el insuperable colofón de una de las cimas absolutas del teatro musical de todos los tiempos.
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