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INTERVIU "Me quiero morir en España"

REDACCION | Miércoles 13 de julio de 2016
Están muy preocupados y hasta enfadados con la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Los jubilados ingleses que residen en nuestro país tienen miedo a perder derechos como la asistencia sanitaria pública española. Sus ahorros y pensiones, que reciben en libras esterlinas, ya se han devaluado. Aun así, no quieren regresar a a su país. Prefieren pasar sus últimos años aquí. Son británicos, jubilados y residentes en España. Llevan años viviendo felices en complejos para la tercera edad que nada tienen que ver con las residencias de ancianos para españoles.

En estas urbanizaciones, disfrutan de piso propio y servicios comunes que van desde piscina, spa, peluquería, restaurante, gimnasio, limpieza doméstica, médico y atención sanitaria a domicilio o actividades de ocio organizadas. De España les gusta todo: la gente, la comida, el ritmo de vida, el clima y el “excelente” sistema sanitario público, pero el brexit ha roto su sosiego y su calidad de vida. Votaron en contra de la salida del Reino Unido de la Unión Europea; la temían por ellos y por sus familiares que aún residen en Gran Bretaña.

Con la caída de la libra esterlina –la moneda en que reciben sus pensiones– también ha caído su poder adquisitivo en España. Están preocupados y hasta enfadados porque muchos no podrán pagar el coste de sus residencias. Pero tienen claro que de aquí no se van. Cuentan que se quitarán extras; que vivirán “como los jubilados españoles”, dicen, e incluso se plantean pedir la nacionalidad española. Todo antes que regresar a su país.

Y no son pocos. Cerca de cuatrocientos mil británicos han decidido pasar sus últimos años en nuestras costas, lo que los convierte en la nacionalidad más numerosa de jubilados extranjeros residentes en España, por delante de alemanes, suecos, noruegos, suizos, belgas, daneses y austriacos. Sus pensiones oscilan entre los 1.500 y los 2.000 euros al cambio. El ‘brexit’, “un desastre” “Pase lo que pase, no regresaré nunca a mi país. Hace 14 años que decidí quedarme aquí para siempre”, asegura Anne Smith, escocesa de 73 años que lleva cuatro viviendo en un complejo geriátrico de la Costa Blanca española.

En su opinión, la salida de Reino Unido de Europa “es lo peor que ha podido hacer mi país; es un desastre y se ha quedado aislado”. Como el 62 por ciento de los votantes escoceses en el reciente referéndum, Anne defiende la permanencia del Reino Unido en Europa. Pero, tras el resultado, teme que Irlanda del Norte y Escocia, las dos nacionalidades con mayor vocación europeísta, se separen del Reino Unido.

“Estoy convencida de que Escocia se separará; ya no hay motivo para estar juntos”, dice muy seria, sosteniendo la mirada de un azul intenso. Nacida en Gourock, en el concejo escocés de Inverclyde, a 37 kilómetros de Glasgow, jamás había pensado en marcharse de su tierra, donde “tenía una vida agradable”, hasta que su marido se empeñó, tras jubilarse, en residir en España. “Me costó mucho dejar mi país, mi casa y a mis amigos, pero comprobé que este es un país encantador; adoro a su gente amistosa y agradable, el clima, la comida…”.

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