REDACCION | Viernes 10 de febrero de 2017
Intervención de María Dolores Cospedal.- Inauguración del XVIII Congreso Nacional del Partido Popular.-
Señora presidenta de la Mesa y queridos miembros de la Mesa del Congreso, querido presidente, queridos compromisarios, protagonistas de este Congreso, compañeros y compañeras del Comité Ejecutivo Nacional, amigas y amigos.
Bienvenidos todos al decimoctavo Congreso del Partido Popular. Bienvenidos a este Congreso con nuestro lema: España, Adelante!
Me toca hoy hacer un balance de gestión de estos últimos cinco años.
Como sabéis mejor que nadie, para este partido, la suma de las dos pasadas legislaturas, la larga y la breve, han sido lo más parecido a una montaña rusa.
Subidos en ella, hemos tenido nuestros altos y nuestros bajos.
Hemos vivido horas difíciles, de las peores. Momentos en los que tuvimos que apretar los dientes, mirar al frente, sacar fuerzas de flaqueza y poner por delante nuestro orgullo como partido y recordar nuestras convicciones.
A decir verdad, los momentos de satisfacción fueron menos frecuentes. Pero conseguimos ganar por dos veces las elecciones generales y eso es lo que importa.
En las últimas, las del 26 de junio, el Partido Popular fue el partido más votado con un 33% del voto, sacando 11 puntos de ventaja a la siguiente fuerza política y ganando en 42 de las 52 provincias y en 45 capitales provinciales, incluidas Ceuta y Melilla.
Hay que recordar que, apenas dos años antes, la diferencia en las elecciones europeas había sido de apenas 3 puntos porcentuales.
Hoy, nuestro presidente Mariano Rajoy sigue gobernando el país con acierto y es un referente de liderazgo entre las grandes naciones. La estabilidad, la recuperación y el buen Gobierno son ya signos distintivos de la vida política y económica española dentro y fuera de nuestras fronteras.
Somos respetados y nuestra voz se vuelve a escuchar en Europa.
Nos hemos ganado la credibilidad y, por tanto, después de todo esto, deberíamos pensar, así lo creo yo, que bien está lo que bien acaba. Pero, entretanto, el Partido Popular fue faro y pararrayos de nuestro Gobierno bajo la galerna de la crisis económica. Ese era nuestro papel y lo cumplimos, yo creo, que con creces.
Todo el partido, todos, con independencia de que fuéramos concejales o alcaldes, diputados provinciales o militantes de base, dimos un paso al frente y asumimos solidariamente el desgaste político que supuso defender en soledad, y sin ayuda de nadie, y mucho menos de los que todavía no estaban por aquí, las medidas más impopulares y más duras que un Gobierno ha tenido que tomar en esta democracia.
El Gobierno se vio obligado a aprobar medidas casi heréticas a ojos de nuestras convicciones políticas. Medidas que se hallaban en las antípodas de nuestro compromiso electoral.
Porque era o salvar la sociedad del bienestar y salvar el futuro de España o la quiebra de nuestro país.
Era entonces nuestro deber como partido ayudar al Gobierno a encontrar la salida a la peor crisis económica y a la mayor espiral de destrucción de empleo que hayamos conocido.
Salimos a defender al Gobierno, defendimos nuestras políticas en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos que fueron consecuentes, gobernando el PP, con la situación.
Hicimos pedagogía del sacrificio, encajamos sin rechistar las embestidas políticas y asumimos las críticas de la lógica y legítima incomprensión social porque tuvimos que pedir esfuerzos.
Y volvimos muchas veces con la cara partida, aunque no nos pareciera justo que el castigo fuera para quienes estábamos curando al enfermo y no para quienes habían provocado la enfermedad.
Eso no fue todo. Cuando aún no habíamos salido de aquella tormenta, conocimos los escándalos de corrupción.
Fueron casos que afectaron de forma transversal a nuestra vida pública y, dentro de ella, también nos afectaron de lleno a nosotros.
Y en algún caso tardamos en reaccionar. Nos parecía sencillamente imposible que eso nos estuviera ocurriendo a nosotros.
Por eso en alguna ocasión no fuimos todo lo ágiles que la sociedad demandaba.
Otros, quiero recordarlo, nunca han sido ágiles, también lo quiero recordar.
Tampoco fue justo que quienes lo pagaran fueron los miles de cargos y responsables del Partido Popular que han realizado siempre una labor limpia, transparente y honesta. Muchísimas veces de forma totalmente desinteresada y altruista.
Porque si uno de los grandes valores de nuestra formación, por no decir el mayor, es la ejemplaridad en la política, eso se debe a esa inmensa mayoría de nuestra gente que lucha a diario por ser rigurosa con el dinero público, eficaz con lo que es de todos, que trabaja de sol a sol por el bienestar de sus vecinos ¡y que siempre ha vivido a miles de años luz de cualquier tipo de corruptela política!
Esa es la gente del Partido Popular.
Queridos amigos, pasados esos primeros momentos admitimos esos errores, pedimos perdón a la sociedad española, hicimos propósito de enmienda y el Gobierno aprobó a continuación la mayor batería de medidas anticorrupción de toda la democracia.
Y muchas de aquellas medidas, que ahora lucen en nuestro ordenamiento jurídico, fueron inspiradas y lideradas por el Partido Popular. Nadie envuelto en esos casos sigue hoy en nuestras filas.
Hemos hecho de la necesidad virtud. Si nuestros estándares de calidad institucional y transparencia figuran hoy entre los más exigentes del mundo, ha sido gracias a nuestra convicción de que ¡ante la corrupción solo cabe vigilancia, firmeza y la condena sin reservas!
Porque la política es una dedicación honorable, queridos amigos. No podemos llegar al extremo de permitir que se utilicen los tribunales de justicia para dañar nuestra vida pública si no hay una causa cierta y conocida.
A veces es más fácil ser buenos que justos. Es más fácil dejarse llevar por la marea que mantenerse firme en la ecuanimidad. De igual forma que defendemos y aplicamos la firmeza contra la corrupción, creemos con la misma intensidad en el derecho a la defensa y a la presunción de inocencia que nos asiste a todos los españoles, también a los que pertenecemos al Partido Popular.
No podemos permitir que todo el sistema democrático se ponga en duda por la actuación de unos pocos y mucho menos debemos tolerar la utilización torticera de quienes, desde el populismo y el oportunismo, quieren acabar con él.
¡Eso no lo vamos a permitir!
Queridos amigos, en esas estábamos cuando llegaron las elecciones europeas del 14. Obtuvimos un 26% de apoyo ciudadano. Ese fue nuestro punto más bajo. Ahí es verdad que llegamos a una situación más complicada.
Pero desde entonces, la recuperación de nuestros apoyos ha ido de la mano de la recuperación de España.
Al llegar, un año después, en 2015, las elecciones autonómicas y locales, mucha de nuestra gente, de pequeños ayuntamientos a grandes autonomías, era consciente de antemano de la pérdida de apoyo que había sufrido en la defensa, a pie de calle, de unas medidas económicas contra la crisis, que aún no habían rendido todos los frutos que esperábamos.
Y, para ponerlo peor, tampoco habían llegado al pleno conocimiento de la opinión pública las medidas políticas que ya habíamos aprobado para la lucha contra la corrupción.
Pero nuestra gente, lejos de limitarse a la defensa exclusiva de sus respectivas gestiones para escabullirse de los asuntos nacionales, lejos de replegarse, lejos de esconderse bajo la mesa a la espera de que escampara, lejos de ponerse de perfil frente a los acontecimientos, ¡se batió el cobre, siguió al pie del cañón y defendió a pecho descubierto la acción del Gobierno de Mariano Rajoy y eso lo ha hecho el Partido Popular!
Porque desde el Gobierno de la nación, desde ayuntamientos y Comunidades Autónomas, trabajamos por el interés general de todos los españoles y lo hicimos a costa de nuestro propio interés como organización política.
¡Y lo hicimos a coro. Y lo hicimos con una sola voz!
Y hoy es el día también de quitarnos el sombrero ante quienes, aun habiendo ganado sus elecciones, aún siendo la primera fuerza política en sus pueblos, en sus autonomías o en sus ciudades, o habiendo tenido excelentes resultados, hoy no gobiernan porque perdieron sus gobiernos ante coaliciones populistas o socialpopulistas por anteponer la defensa de los intereses de todos los españoles a los suyos propios. Hoy os quiero dar las gracias a todos.
Perdieron sus gobiernos, ¡pero se han ganado el respeto y el reconocimiento y la admiración de todo el partido!
Pero no solo nuestro reconocimiento, sino también el de sus vecinos y el de sus paisanos que hoy conocen muy bien lo que se hizo, por qué se hizo, y que hoy están conociendo las consecuencias de los gobiernos populistas y de izquierdas que están gobernando en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas. Consecuencias, por cierto, que no son deseables para los ciudadanos de nuestro país.
Y aquí, queridos amigos, aquí llega la primera conclusión de este balance:
En ningún otro partido político, en ningún otro, ¡podrá nunca encontrarse la talla humana, la talla ética y la talla política y de grandeza de los cuadros y de los militantes de este partido!
¡Nadie podrá encontrar en ningún otro partido la generosidad y la grandeza de nuestra gente!
¡Y yo hoy quiero ponerlo en valor!
Amigas y amigos, me dirijo rápido hacia la segunda conclusión de este balance.
Si me preguntaran: ¿cómo viviste estos años? Yo me quedo con todo lo bueno.
Y en este salón plenario en el que nos encontramos está la expresión de todo lo bueno que tenemos.
Porque esta sala está abarrotada del reflejo más fiel de la unidad, de la cohesión y de la solidaridad internas que diferencian a nuestro partido de todos los demás.
Lo voy a decir muy claro, lo han dicho también los portavoces: La unidad nos convierte en un partido único en España y la tenemos que cuidar, mimar y preservar.
Ninguno de los obstáculos, ninguna de las amenazas, ninguna de las dificultades, han hecho mella, cuña o fractura entre nosotros y mira que han querido noquearnos, pero no nos han conseguido tumbar en el ring.
¿Qué le vamos a hacer si, para desgracia de algunos, nosotros nos llevamos bien?
¿Qué le vamos a hacer si para nosotros es mucho más importante el proyecto que los personalismos?
Han intentado agrietarnos, enfrentarnos, enemistarnos, partirnos y fracturarnos.
¿Pero quién ha pensado que nosotros vamos a ser como los Pimpinela de Vistalegre?
¿Pero acaso se han pensado que somos de los que cambiamos de ideología en función de donde sople el aire porque nos interesa más en uno u otro momento? ¿pero quién ha pensado que estábamos dispuestos a formar tripartitos, tetrapartitos o pentapartitos con tal de llegar al poder?
¿Pero acaso alguien, en algún brote de delirio, llegó a imaginar que cuando llegaran los peores momentos no nos íbamos a comportar cerrando filas en torno a nuestro partido y a nuestro presidente?
Quien lo haya pensado se equivocó y ahí está la muestra.
Queridos amigos, ya que hablamos de unidad, quiero deciros una cosa que he podido comprobar en muchas ocasiones durante estos últimos años.
He tenido la suerte de visitar todas y cada una de nuestras organizaciones territoriales, regionales y provinciales, y muchas, muchísimas, de nuestras juntas locales, las grandes y las pequeñas.
Vivo inmensamente agradecida al poder comprobar a diario cómo trabajamos desde la misma base. Lo he visto en todas partes, también donde es más difícil, lo he visto en Cataluña, lo he visto en el País Vasco, lo he visto en Ceuta y Melilla.
Y a lo largo de todas esas estancias en nuestras sedes he llegado a una conclusión que también quiero hoy compartir con vosotros.
Si no llevo mal la cuenta, ésta será la tercera conclusión de este informe de gestión.
Pues bien, lo que quiero deciros es que la unidad no nace de ninguna orden o directriz salidas de sesudos despachos ni de sitios lejanos a nuestra militancia u organización territorial que está en toda España, sino que nace en sitios muy distintos a esos.
Porque nuestra unidad nace de la convicción en unos ideales. Nace de la fe en un proyecto político. Y nace de la confianza en un liderazgo social que sienten y hacen suyo más de ochocientos mil militantes comprometidos con una idea de España y con nuestro futuro como españoles.
¡Ahí es donde nace, donde brota nuestra unidad!
Pero eso no es todo. Donde madura nuestra cohesión es en el trabajo diario de todas esas sedes donde miles de militantes acuden con un solo propósito:
¡Servir a los españoles!
Eso es lo que hacemos en el Partido Popular. Así es como somos.
¡Porque la unidad nace del compromiso con unas convicciones, somos un partido unido! Donde no hay convicciones, no hay unidad y eso lo tenemos que preservar siempre.
Y esa base, ¡la que conforman nuestros militantes!, es lo mejor que tiene el Partido Popular.
¡Esa es la clave!
Amigas y amigos, nuestro partido se forja y se construye de abajo arriba. Por eso es tan importante la labor de coordinación y diseño de las estrategias sectoriales que lideran nuestros vicesecretarios.
Creo que es el momento para hacer un merecido reconocimiento a su dedicación, a su talento y a su extraordinario trabajo.
A los que estuvieron antes: Carlos Floriano y Esteban González Pons. Y a los que llevan más de año y medio en tan altas responsabilidades: Javier Maroto, Fernando Martínez Maíllo, Pablo Casado y Andrea Levy. Y, por supuesto, Javier Arenas.
Muchas gracias a todos.
Y gracias también a nuestros portavoces a lo largo de estos años:
Gracias a Alfonso Alonso, Rafael Hernando, José Manuel Barreiro, Jaime Mayor Oreja, Miguel Arias Cañete y otra vez Esteban González Pons. Gracias, no es fácil lo que habéis tenido que hacer y lo hacéis maravillosamente todos los días.
Y quiero hacer ahora un agradecimiento muy especial a todos los miembros de nuestro Junta Directiva Nacional.
Habéis sido la viga maestra sobre la que hemos construido el éxito de este partido.
Gracias, por vuestro trabajo, por vuestras valiosas aportaciones y por demostrar a la sociedad española que siempre puede contar con vuestro inmenso talento y toda vuestra dedicación.
Gracias a todos.
Queridos amigos, la cuarta conclusión de este balance de gestión -pero podría ser la primera-- es la que atañe al liderazgo de nuestro presidente, que si tiene un partido unido en torno a él es por muchas cosas pero la primera ¡es porque se lo ha ganado!
Para hablar de Mariano Rajoy sobran las palabras: tan solo es necesario hacer un ejercicio de comparación entre cómo estaba España hace cinco años y cómo está ahora.
Pocos españoles fueron en su momento plenamente conscientes de lo cerca que estuvimos de despeñarnos por el abismo de la quiebra y el rescate. Éramos el enfermo de Europa: el paciente en la UCI de los Consejos Europeos y las Cumbres del G20.
Llegaron las medidas, los sacrificios y las reformas.
Llegó el mayor empuje reformista de la reciente historia de España.
Y, de repente, aunque no de golpe, llegó el día en que dejamos de caer. Llegó el punto de inflexión de la crisis.
Y, hoy, desde la confianza y el optimismo que da saber que hemos fortalecido nuestro Estado del Bienestar, que crecemos como ningún país de Europa y que creamos medio millón de empleos año a año, desde esa atalaya miramos ahora atrás y decimos:
¡Mereció la pena!
Mereció la pena, querido presidente. Tenías razón, siempre la tuviste.
Tú nos demostraste que lo importante en política, como casi todo en la vida, es trabajar, confiar y perseverar.
Presidente, soportaste las presiones y, entre otras cosas, te negaste a pedir el rescate. Sabías que, si hacíamos las cosas bien, saldríamos por nuestro propio pie.
Fuiste independiente, rabiosamente independiente, y solo te dejaste guiar por los intereses generales y el bienestar de los españoles.
Y convertiste a España en un oasis de estabilidad. En un referente de cómo pasar de una crisis terrible a una vigorosa recuperación. En un ejemplo modélico de protección social y de país solidario como es el país que tenemos la suerte de tener: España.
Amigos y amigas, ya termino.
Aún queda mucho por hacer, aún hay mucha gente sin trabajo, aún hay mucha gente que sigue esperando a que la recuperación llegue de una vez a sus vidas.
Ellos son quienes más nos importan. Puede que no vengan físicamente, aquí pero ellos van a estar presentes aquí, en este Congreso. Porque España no va ir adelante, ni va a ir a ningún sitio, si no es con ellos.
Tengamos eso muy presente. Tengamos presente que el verdadero sentido de nuestro quehacer en política es dar futuro y esperanza a quienes no han podido hacerlo por sí mismos.
Asegurar la tranquilidad de una pensión, proporcionar un futuro a un niño sin recursos, crear las condiciones para que todo español, por el solo hecho de serlo, tenga una vida digna, son metas que asumimos desde la convicción política plena porque son justas en sí mismas, pero que son previas a cualquier cosa y son anteriores a todo. Eso lo creemos firmemente en el Partido Popular
Son aspiraciones que todos nosotros llevamos en el corazón desde el día en que decidimos que dedicaríamos nuestras vidas, o lo mejor de ellas, a la política con un componente de servicio público, que es lo que define de verdad a los miembros de este partido.
La conclusión final es que habremos hecho cosas mal, que nos equivocamos a veces, que no somos perfectos, pero que si somos lo que somos, si hemos llegado a ser lo que somos, es porque hemos hecho un partido desde el corazón.
Existe un vínculo que nos une, un lazo más fuerte que otras cosas.
Será la pasión por la política, será el ideal de dejar una España mejor a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, será el orgullo de sentirnos españoles, o será la suma de todas esas cosas.
Llevamos en el corazón nuestros ideales y nuestros valores. Viajan con nosotros y nunca nos han dejado de acompañar.
Llevamos en el corazón a todos los compañeros y amigos que un día se nos fueron y que tan honda huella nos dejaron. Todos ellos siguen muy presentes: Mercedes de la Merced, Isabel Carrasco, Alejandro Muñoz Alonso, María Dolores Ortega, Carlos Argos, Pepe Macías, Teresa Orfila, José María Hernández, Alejandro Ramírez, Gonzalo Lago, Pepe Atares, Roberto Soravilla, Luis Gámir y Cándido Reguera.
Fueron todos ellos miembros de la Junta Directiva Nacional. Se nos vendrán a la cabeza muchos otros nombres, a mí se me viene el nombre de Rita Barberá.
Llevamos en el corazón a todos los que, antes que nosotros, soñaron con reunir las aspiraciones de millones de mujeres y hombres en torno a un gran partido de centro derecha español. A quienes forjaron este partido, a quienes lo pelearon, a quienes lo encumbraron.
Pero, por encima de todo, llevamos en el corazón a todos los que se alzaron contra la tiranía etarra, a quienes jamás se doblegaron, a quienes nunca claudicaron la bandera de la democracia, la justicia y la dignidad.
Llevamos en el corazón a quienes dieron su vida por la libertad.
Eso es el Partido Popular.
Muchísimas gracias a todos.
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