Martes 27 de junio de 2017
Lo cuenta este martes El Buscón de Vozpópuli. Ocurrió el pasado jueves 15 de junio a la hora del almuerzo en La Trainera, Lagasca 60, pleno barrio de Salamanca, uno de los restaurantes de pescado y marisco más caros de Madrid.
Acodado en la barra del establecimiento, cerveza en mano, se encontraba un empresario madrileño a quien Isolux Corsán, la constructora que desde el mes de julio del pasado año preside Nemesio Fernández-Cuesta, debe una buena cantidad de dinero que el aludido reclama sin éxito. Y en un momento determinado, el acreedor vio desfilar ante sus narices al elegante Nemesio en compañía de dos consejeros más de la compañía, Cristina García-Peri y Francisco Rodríguez-Rey.
Los tres con paso decidido, camino del reservado donde iban a celebrar su almuerzo. El caso es que el acreedor en un momento determinado, abandonó la barra francamente cabreado para irrumpir en el camarote donde el trío de Isolux daba buena cuenta de un plato de cigalas. Y se armó la gresca.
Tras identificarse como acreedor, arremetió con dureza contra el trío, y en especial contra Fernández-Cuesta: “Me jode que yo no vaya a cobrar un dinero que me pertenece y ustedes se vengan a La Trainera a comerse el marisquito, cuando lo que tendrían que hacer es estar pensando en cómo pagar lo que deben y en trabajar un poco para evitar la quiebra de la compañía. No tienen ustedes vergüenza…”
Las voces de lo que ocurría en aquel camarote comenzaron a llegar a otras dependencias del restaurante. “Estás haciendo una gestión nefasta y vas a llevar a la compañía a la quiebra”.
El chorreo del ofendido acreedor al trío de marras continuó durante varios minutos, en los que acusó al capo de Isolux de estar hundiendo la compañía a causa de su indolencia y su desconocimiento de una actividad, la de la construcción, de la que evidentemente no sabía nada cuando fue nombrado por la banca acreedora en sustitución de Luis Delso.
No solo cantó las cuarenta a un amedrentado Fernández-Cuesta, sino que, ni corto ni perezoso, comenzó a fotografiar con su móvil a los tres de las cigalas, quienes, con gesto torpe, trataban de taparse la cara con sus servilletas para evitar ser identificados a posteriori. Un espectáculo grotesco del que, en opinión de algunos de los testigos, naturalmente los camareros del establecimiento, sólo salió airoso el denunciante, que “abandonó el camarote con aspecto de haberse quedado muy a gusto”.
El intrépido acreedor se disculpó ante los responsables de La Trainera, a quienes explicó que Isolux Corsán le adeuda al parecer una cifra cercana a los 300.000 euros, un dinero que, afirmó, necesitaba con urgencia para atender las necesidades de su propio negocio, razón por la que consideró inaceptable que el presidente y dos de los miembros del consejo estuvieran “comiendo marisco en la mejor marisquería de Madrid con cargo a la compañía que están quebrando, en vez de pagar a los acreedores…”
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