OPINIÓN

Carta semanal del obispo: “Opción preferencial por los pobres”

Martes 25 de julio de 2017

En sus discursos, mensajes y homilías y, sobre todo, en la Exhortación “Evangelii gaudium”, el papa Francisco recoge las últimas reflexiones de sus predecesores y de la Doctrina Social de la Iglesia sobre “la opción preferencial por los pobres”. Para los cristianos, esta opción tiene su fundamento y hunde sus raíces en los comportamientos de Jesús. En sus palabras y obras, se hace patente esta opción por los pobres desde el primer momento de su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres” (Lc 4, 18).

Cuando hablamos de la opción preferencial, aunque no exclusiva, por los pobres, no queremos decir que esta opción sea algo discrecional, es decir, que tengamos que defenderla o abandonarla según las circunstancias. La atención y el servicio a los pobres pertenecen a la esencia del Evangelio y, en consecuencia, afectan a la Iglesia y a todos sus miembros a la hora de tomar decisiones en la vida.

Esto quiere decir que la opción por los pobres no es una posibilidad entre otras opciones, sino una verdadera obligación para quien se confiese seguidor de Jesucristo. El Santo Padre, al referirse a la opción por los pobres, señala que el anuncio del Evangelio puede ser incomprendido, si falta este amor concreto y real a los despreciados y empobrecidos: “Sin la opción preferencial por los pobres, el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de las palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día” (Eg 199).

Esto lleva consigo la valoración del pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de vivir la fe. El verdadero amor, que siempre es contemplativo, nos permite abrir el corazón y la cartera al otro para ofrecerle nuestro servicio no por vanidad o por necesidad, sino porque él es bello más allá de su apariencia externa.

El pobre, cuando es amado de verdad, puede ser considerado y estimado como alguien de alto valor y este amor favorece que la opción por los pobres sea auténtica y no pueda utilizarse al servicio de intereses personales o políticos. El amor cristiano nos mueve a contemplar sus miserias, a escuchar sus clamores y a conocer sus sufrimientos para ayudarlos a buscar las soluciones adecuadas a sus problemas, valorando siempre su dignidad y sus derechos.

Sólo desde esta cercanía real y cordial a los pobres, podemos tocar su carne dolorida y acompañarlos adecuadamente en su camino de liberación, ayudándoles a integrarse en la comunidad cristiana para que se sientan como en su casa. Esta forma de acercarnos a los pobres y de tratarlos será la más grande y eficaz presentación del Evangelio.

Con mi sincero afecto y estima, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara


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