Desde su apertura como sala de exposiciones y edificio polivalente hace unos días, la Antigua Ermita de la Virgen de la Luz alumbra la vida cultural de la villa almorcileña, poniendo de manifiesto así la utilidad y necesidad que tenía la localidad de una instalación similar. Después de su inauguración, con dos conciretos y dos exposiciones, una de ellas permanente, que muestra la magnífica colección que procede del Concurso Nacional de Pintura de Almonacid de Zorita, en estos días de verano, previos a las fiestas que la villa almorcileña celebra en honor a su patrona, la Virgen de la Luz, hay tres nuevas exposiciones que se pueden visitar en este último tramo del mes de agosto y en el comienzo del mes de septiembre.
Hasta este mañana domingo, en la planta baja, expone el pintor local Enrique Tellado. En plena madurez, el artista se halla en un momento pictórico dulce y fértil, que está dedicando principalmente a la acuarela. Tellado, de origen madrieño, ha sido premiado en innumerables certámenes artísticos, entre ellos el Premio Popular de El Retiro, que ha ganado en dos ocasiones, así como primeros premios en los certámenes de pintura de Atienza, Mohernando, Berninches, El Alamo, Cerezo de Abajo, Durón, Romancos o Moratilla de los Meleros, entre otros.
En la exposición que se puede admirar hasta mañana domingo, día 20 de agosto, el pintor presenta un total de 23 obras de gran formato, entre óleos y acuarelas, además de otras menores, principalmente aguadas. Todas están a la venta. Después de unos días de muestra, el artista está tan satisfecho con las críticas que recibe como con las ventas.
Entre las obras más pequeñas, expone acuarelas que trabaja en las clases de pintura que imparte en Madrid, “trabajos que se pueden adquirir por poco dinero”, explica. Fundamentalmente paisajista, Tellado ha incluido en la muestra almorcileña bellas estampas de muchos pueblos de Guadalajara, incluido naturalmente, Almonacid de Zorita, cuyas calles inspiran al pintor. La Fuente de la Plaza, la Torre del Reloj o recoletos rincones de las calles de la villa almorcileña están bellamente reflejados en sus cuadros, pero también los hay de otras localidades cercanas, en la Alcarria, como Zorita de los Canes, Cifuentes o Trillo, o incluso de La Alcarria de Cuenca, como Barajas de Melo.
A Tellado le encanta reflejar el agua y el cielo de otros lugares de España, como el Parque del Capricho en Madrid, del que exhibe un precioso rincón, o de Collado Villalba, de donde muestra un puente desde una insólita perspectiva, y de ciudades europeas, como Venecia. “Cuando viajo, hago fotos, y por eso mis temas son tan diversos. Busco perspectivas inéditas y efectos de luz con las acuarelas”, explica sobre sus costumbres pictóricas. Habitual de los concursos, y ganador de muchos de ellos, opina que con la rehabilitación de la Antigua Ermita, “Almonacid ha dejado una impronta maravillosa para recrear exposiciones de todo tipo”.
Justo el siguiente fin de semana, a partir del día 25 de agosto y hasta el 3 de septiembre, otro pintor local, Roberto González, tomará el relevo de Tellado. El veterano González ha expuesto individualmente en Madrid y Guadalajara, y ha participado en numerosas muestras colectivas, teniendo obras en la Diputación de Guadalajara, Ayuntamiento de Sayatón, Residencia de Ancianos de Almonacid, y numerosas colecciones privadas. La que llega, será su tercera exposición en la villa almorcileña.
“La muestra trata de una producción sin énfasis innecesario, al alcance perceptivo de todos, que obedece a un sentimiento de percepción visual y amor a las cosas sencillas y cotidianas, diríamos, sin petulancia, de sentir platónico, de amorosa contemplación de la verdad”, valora el propio artista sobre su obra.
El pintor expondrá figura, paisaje y bodegón, dibujos y apuntes rápidos del natural, en un total de torno a cincuenta obras que ofrecerán una magnífica panorámica de su arte. Asi, González mostrará trabajos de los años setenta, que intercalará con otros más recientes. “Mi pintura es realista, sincera, no busco modas. He intentado hacer cosas abstractas, pero como lo que me gusta es el dibujo, esto me obliga a hacer realismo”, explica el pintor, que define el entorno expositivo de la Antigua Ermita como “un marco ideal precioso”. VER ENTREVISTA CON ROBERTO GONZALEZ.
Y por último, hasta el próximo día 3 de septiembre, en la nave central de la Antigua Ermita se expone la impresionante colección de carracas y matracas de Francisco Marcos. Lo primero que explica el coleccionista y artesano, que ha reproducido muchas de ellas con sus propias manos es que las carracas, las matracas y las tabletas son antiguos instrumentos musicales de percusión (idiófonos), que en España se utilizaban principalmente en actos religiosos, para avisar de los oficios, principalmente en la Semana Santa. Los había grandes, o de campanario, para hacerlo desde las iglesias, y también más pequeños, con los que los chavales hacían lo propio por las calles. “De hecho, en algunas ciudades y pueblos se sigue haciendo”, explica Marcos. Los niños utilizaban unasy otras como juguetes, y para celebrar la llegada del año nuevo, por ejemplo.
En el resto del mundo, su uso ha sido muy variado. Francisco ha descubierto su uso en la fiesta judía del Purim, en las Guerras Mundiales, como avisador, igualmente las ha usado policía inglesa de la época Victoriana, como alarma de fuego, para levantar la caza, para animar en campos de fútbol (de hecho su colección incluye una de Manchester United) en multiples fiestas populares, para ahuyentar los lobos en algunos caseríos de EEUU, en agricultura para espantar los pájaros, y por ejemplo, actualmente se usan todavía en el Día de la Independencia de EEUU. Todos estas versiones están representadas en la colección que expone Francisco en estos días en Almonacid de Zorita.
La diferencia entre carraca y matraca es que las primeras llevan piñones o lenguetas que hacen sonar un mecanismo, y las segundas sólo martillos o aldabas metálicas. Consecuentemente, el sonido de unas y otras, nada tiene que ver.
La afición a este curioso coleccionismo de Francisco, proviene de su gusto por trabajar la madera. Primeramente reprodujo una que encontró en su pueblo, en León, Cubillas de los Oteros. Después, viendo más en un museo etnográfico de Valladolid, se animó a empezar su compilación, que hoy día asciende a casi seiscientas piezas, entre las originales, que va adquiriendo con ayuda de internet en todas partes del mundo, y las reproducciones, que el mismo fabrica “en mi taller de la T4”, bromea, puesto que es taxista y de esta manera llena los huecos entre espera y espera de viajeros. En Almonacid está exponiendo aproximadamente un tercio de su colección, entre reproducciones y originales, hasta el próximo día 3 de septiembre.