Decenas de personas se reunieron en la tarde del pasado miércoles frente a la puerta grande de la plaza de toros de Guadalajara para rendir homenaje a Iván Fandiño, torero vasco que paseaba su alcarreñismo por todos los lugares a los que iba.
Allí se descubrió una hermosa plaza con la figura del diestro, acompañada de una frase que él mismo firmo: “¡No quiero irme nunca! Me quedaré en el recuerdo, en la mente, en el alma donde nunca muero”. Igualmente, se mostró por primera vez el cartel que bautiza a la puerta grande de Guadalajara como la de “Iván Fandiño”. Su viuda Cayetana y su apoderado Nestor, presentes durante el acto, no pudieron contener la emoción.
Antes, el alcalde de la ciudad, Antonio Román, mostró en su discurso el cariño que siempre mostró Guadalajara por Fandiño, recordando que en aquella misma plaza había cortado 22 orejas y salido seis veces a hombros.
Un cariño que no sólo se pudo ver con la gran afluencia de personas que acudieron al homenaje, sino también con lo largo y sentido de un aplauso que llegó allá donde descansa hoy el de Orduña.