Tenía 60 años Ana Orantes cuando su exmarido la asesinó, quemándola viva, después de contar en televisión su experiencia como víctima de violencia de género durante cuarenta años. Cuando se cumplen dos décadas de aquel crimen que cambió la sensibilidad social respecto al maltrato machista, otra mujer mayor que ha padecido treinta años de palizas y violaciones por parte de su pareja da su testimonio en estas páginas. Son delitos que han quedado impunes, aunque ella ha salvado la vida. Cada vez más mujeres de la tercera edad se revelan contra la lacra que antes soportaban toda la vida en silencio. Hace cuatro años que María, madrileña de 69 años, comenzó una nueva vida; una vida tranquila, sin humillaciones ni sufrimientos, sin insultos diarios ni continuas vejaciones por parte del hombre al que, un día muy lejano ya, llegó a amar y con el que tuvo un hijo. María quiere contar su historia para animar a otras mujeres mayores a dar el paso, a cortar con el maltratador. Quiere que todo el mundo vea su rostro, el de una mujer madura superviviente de la violencia machista. Sin embargo, es necesario protegerla. Todavía. Aunque hayan pasado cuatro años sin noticias de su maltratador.
En el juicio por malos tratos, el hombre quedó absuelto, por lo tanto no pesa sobre él ninguna orden de alejamiento. Es por eso que esta revista ha decidido difuminar el rostro de María y no publicar su verdadero nombre. Separada de su primer marido, esta madrileña inició en 1982 una relación con un vigilante de seguridad. A los dos años de vivir juntos le dio la primera de las numerosas palizas que sufrió María a lo largo de treinta años .
“Me es imposible recordar cómo empezó todo, cuál fue el primer insulto –dice–. Me refiero a que antes de aquella paliza, él ya me humillaba. El primer día que me pegó me fui de casa, pero él me encontró y me convenció para volver. Se ponía a llorar y a rogarme que volviera con él. Y así, siempre. Siempre me encontraba y yo volvía con él”. Hoy sabe que aquellos regresos al lado del agresor no fueron culpa suya; se debieron a la dependencia que sufren las mujeres víctimas de violencia de género una vez que sus maltratadores logran que ellas pierdan por completo la autoestima. Lo contó hace veinte años la granadina Ana Orantes en un programa de televisión. “Yo no podía respirar, yo no podía hablar porque yo no sabía hablar, porque yo era una analfabeta, yo era un bulto, yo no valía un duro. Yo tenía que aguantarlo, soportar que me diera paliza sobre paliza”.
A los 13 días de relatar públicamente cómo sufrió malos tratos durante cuarenta años, el exmarido de Ana Orantes la asesinó, la quemó viva en el jardín de su casa. Ella tenía 60 años y él, José Parejo, 61. Ana le había denunciado numerosas veces. El salvaje asesinato de Ana Orantes, del que el próximo 17 de diciembre se cumplirán 20 años, provocó el inicio de una nueva sensibilidad social contra la violencia machista. María recuerda el caso. “A mí me va a pasar lo mismo, pensaba. Por aquel entonces me acababan de operar de cáncer. Estaba en la cama convaleciente, llena de puntos, no podía moverme. Y él llegaba por las noches y me ponía la mano en la boca y me violaba”, cuenta María. Ahora puede contarlo.
“Hasta que no llegué al centro de acogida no le había contado a nadie lo de las violaciones. Me daba vergüenza. Se lo conté a la psicóloga y noté enseguida cómo me liberaba de un peso”. Marta Ramos fue una de las psicólogas que atendió a María en el Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas (CARRMM), dependiente de la Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. “A las mujeres mayores que llevan décadas sufriendo violencia les cuesta mucho más salir de esa situación. Suele haber un factor desencadenante, un pico de violencia máxima, para que ellas den el paso de huir del maltratador”. Poco tiempo de vida En los últimos años, en torno al 13 por ciento de las víctimas mortales de la violencia machista eran mayores de 65 años, según datos del Ministerio de Igualdad. Mari Carmen Carricondo, de 66 años, ha sido una de las 48 mujeres asesinadas por su pareja este año. Pedro Chillón, de 71 años, degolló a Mari Carmen en el domicilio familiar. Después se ahorcó. El crimen machista ocurrió el pasado 15 de julio en Huéscar (Granada).
El mensaje de los especialistas es claro y esperanzador: “Se puede salir a cualquier edad –afirma la psicóloga Marta Ramos–. Otra buena noticia es que las mujeres maltratadas están soportando menos tiempo la violencia. Cada vez hay menos casos de mujeres que soportan durante cuarenta años malos tratos. Rompen antes”. Esta especialista relata una anécdota referente a una de las mujeres maltratadas mayores que pasó por el centro: “Tendría en torno a los 75 años. Me explicó que había dado el paso de irse de casa, donde había soportado cuarenta años de violencia, porque tomó conciencia de que no le quedaba mucho de vida y quería vivir de otra manera”. Esther Rodríguez, otra de las psicólogas del CARRMM, explica que solo una minoría de las mujeres maltratadas mayores de 65 años denuncia al maltratador: “Ni ellas se ven como víctimas ni la sociedad las ve como víctimas. Muchas de ellas ven al maltratador como un anciano cada vez más tiránico, pero no lo identifican con violencia. En estos casos, es muy difícil que ellas denuncien”. María denunció a su pareja varias veces por agresión.
“Nunca prosperaba la denuncia. En aquellos años, la policía se tomaba este tema como si se tratara de peleas domésticas. Recuerdo una ocasión en la me arrastró a la cama y se subió encima de mí. Comenzó a golpearme en la cara y en un costado. Mi hijo tenía tres años y lo vio todo. El crío lloraba y gritaba. Me dolía más por él que por mí”.