Una veintena de corredores disfrutan como niños en el I Campeonato de Rally Slot ‘Estrella de Yebes’

Trompos, derrapes, tramos bacheados, peraltes, glorietas, salidas de pista, velocidades de vértigo, chicanes, curvas y contracurvas, zigzags… Pero sobre todo, diversión, mucha diversión. Así fue el I Campeonato de Rally Slot ‘Estrella de Yebes’ que se disputó el fin de semana en la segunda planta del Ayuntamiento de Yebes. Con la organización de la Asociación ‘Slot Experience’, que tiene su sede en Madrid y acumula siete años de exitosa trayectoria en el mundo del slot.

En la relación de inscritos figuraban una veintena de pilotos, entre los que había padres e hijos. El triunfo final sería para Javier Ramos, el único de los participantes que consiguió bajar el cronómetro de los 13 minutos en las dos pasadas de que constaba la competición. Por delante de Antonio Lagarón y el joven Alejandro García, que sería el primer piloto local en la clasificación. Una mañana entrañable y divertida en compañía de uno de los juguetes más emblemáticos y solicitados a los Reyes Magos en las décadas de los 70 y 80. Que convocó a muchos nostálgicos alrededor de los circuitos. Sin importar la edad ni el sexo.

Para la ocasión se montaron cuatro pistas del tipo Scalextric® con diferentes pavimentos y niveles de dificultad: dos convencionales de asfalto, una rugosa con varios obstáculos por pistas de desierto y una cuarta deslizante y complicada de controlar que simulaba un rallye de hielo. “Un juego ameno que ha traspasado las fronteras del tiempo y que, ya en pleno siglo XXI, se ha convertido en algo más que una moda pasajera”, advierte Antonio Ramos, presidente de Slot Experience.

Porque el denominado ‘slot’ es una modalidad de modelismo que ha derivado en las populares carreras de coches en pistas eléctricas. Con el paso de los años, ha pasado de ser un mero juguete a convertirse en un hobby que moviliza a miles de personas en todo el mundo. “No es extraño que en los últimos años haya adquirido un auge insospechado”, comenta este aficionado. En cualquier rincón del mundo existen asociaciones, clubes y fanáticos de estas carreras de coches a escala que celebran campeonatos locales, nacionales, europeos e internacionales, en varias modalidades. Desde Rallye Slot a pruebas de resistencias y copas monomarcas, subidas, campeonatos de turismos o Fórmula 1. Muy parecidos a los de verdad.

Además de dar a conocer esta afición y ofrecer la oportunidad de volver a disfrutar a quienes lo habían olvidado, el I Campeonato de Rally Slot ‘Estrella de Yebes’ sirvió de test para sondear la posibilidad de que el municipio pueda contar en un futuro con un grupo estable de aficionados. Donde no solo se pueda afinar la técnica de pilotaje de los coches, sino iniciarse en el apasionante mundo del modelismo a través de talleres de mecánica y pintura de modelos a escala, maquetismo, etc.

“Esta competición ha servido para el propósito que queríamos, de rampa de lanzamiento para evaluar la instalación permanente de los circuitos y podernos reunir dos o tres veces por semana para seguir disfrutando de esta afición”, explica Ramos. La escala ‘reina’ del slot es la 1:32, lo que ha permitido unificar modelos, tramos de pista y accesorios compatibles al cien por cien. Algunos de ellos convertidos en auténticos mitos, como el Mercedes 250 SL, Mini Cooper, Porsche 911, Lancia Stratos o Renault 5.

Y es que detrás del ‘slot’ hay todo un abanico de posibilidades. Un pasatiempo donde los tramos de pista y diseño de circuitos son una parte fundamental. Con tres tipos de vías rectas (estándar, media y pequeña) y cuatro de curvas en formato standard, es decir, con carriles paralelos (interior, media, exterior y súper exterior). A los que hay que unir las vallas, que resultan sumamente útiles y hasta imprescindibles, los bordes de pista o el cuentavueltas. Sin olvidar los mandos, que son los elementos encargados de dosificar la cantidad de corriente que llega a los carriles de la pista y, en consecuencia, al motor del coche. Que cumplen la función de acelerador y reductor de velocidad, por lo que de su dominio y control depende la pericia del piloto.